Son tantas las definiciones de la Sexualidad como investigadores que intentan desentrañar sus misterios y personas que la experimentan; personalmente me parece muy completa la definición de la Organización Mundial de la Salud :
« La Sexualidad es un aspecto central del ser humano presente a lo largo de su vida. Abarca el sexo, las identidades y los papeles de género la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. La sexualidad se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos y creencias, actitudes, valores, conductas prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir estas dimensiones, no obstante no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos y espirituales ».
Cada persona, por lo tanto, vive la sexualidad de un modo personal y único ya que sus vivencias son distintas de las de los otros, y también son distintos los factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales, espirituales, etc. que le influyen.
Se considera que la sexualidad es un sistema de vida humana compuesto por cuatro características que son sistemas a su vez; estos sistemas interactúan entre sí a la vez que interactúan con otros sistemas en todos los niveles del conocimiento. Esas características son el erotismo, la vinculación afectiva, la reproducción y el sexo, tanto el genético como el físico.
¿Y qué es el erotismo?. Según Wikipedia es la capacidad de sentir placer a través de la respuesta sexual, es decir a través del deseo sexual, la excitación sexual y el orgasmo. Según la DRAE es amor sensual, definiendo “Sensual” como perteneciente o relativo a las sensaciones de los sentidos.
Sensualidad y sentidos
Considero que la definición de la DRAE es la correcta, pero en la actualidad vivimos el erotismo tal y como lo define Wikipedia, pensando en la excitación sexual y en el orgasmo, en el fin y no en el medio, incluso en un fin que no tiene por qué serlo, ya que el propio deleite de los sentidos debería ser suficiente en muchos casos.
En su apasionante libro El placer de las mujeres, Régine Dumay revela los secretos del placer femenino desde distintas ópticas. Describe con claridad prístina los tipos de orgasmo, maneras de alcanzarlo, técnicas y posturas sexuales. Pero no se queda ahí, en la superficie de la sexualidad, ese lugar en el que chapoteamos reduciendo el sexo a la genitalidad, a la penetración, al orgasmo. Un chapoteo consecuencia lógica de la sociedad en la que malvivimos, sin tiempo para nosotros mismos y en los que el sexo es otro producto más para ser consumido en cinco minutos. Y como las hamburguesas que comemos de pie mirando el reloj para volver al trabajo a la hora, el sexo no se paladea, se engulle, y la mayoría de las veces ni siquiera se digiere.
El Placer de las mujeres
Para Régine Dumay el desarrollo armonioso de nuestra personalidad está intrínsecamente relacionado con la sensualidad. Dice la autora:
« Se podría pensar que el erotismo es una clase de sensualidad separada de las demás, determinada únicamente por las sensaciones de los órganos sexuales y las zonas erógenas. Pero no es así, todo está relacionado con todo. El erotismo juega con los sabores, olores, formas y sonidos, tanto como con las sensaciones de la piel y las sensaciones internas. Todas las formas de sensaciones artísticas y eróticas se funden entre sí para proporcionar un acto amoroso sensualmente rico y exultante.
La sensualidad tampoco está separada de los sentimientos ni de la mente. En el erotismo los sentimientos de amor, complicidad y afecto se mezclan para darle profundidad, para abrir las partes más hondas de la sexualidad.
La parte mental también está presente, pudiendo ser o bien la aliada de una sexualidad más intensa o bien su enemiga. El pensamiento automático y discontinuo rompe la relación fusional con el otro y puede llegar a bloquear la capacidad de sentir nuestro cuerpo desde el interior. La mente puede impedir que nos dejemos llevar totalmente hacia el universo de las sensaciones y el placer. Puede convertirnos en psicológicamente frígidas aun cuando no haya lesionado en nuestro potencial sensual y sexual.
Pero la mente controlada puede ser nuestra más poderosa aliada para despertar a una rica sensualidad. Nos permite volver a conectarnos con nuestro cuerpo, sentirlo desde el interior, estar pendientes de sus infinitas señales. A través de estas señales el cuerpo nos guía tanto para comprender mejor nuestras necesidades sexuales como para saber mantenernos en buena forma, o para evitar aquello que representa un peligro».
Mantenernos conscientes
En otras palabras, Régine Dumay habla de ser conscientes en un amplio sentido budista del término consciencia. Centrar nuestra mente en el momento presente, en lo que estamos haciendo, concentrar los sentidos en todo el ritual. No es sencillo si uno no tiene el hábito; siguiendo el ejemplo del principio, cuando engullimos la comida nuestra mente está dispersa, apenas atenta al acto reflejo de masticar, no nos centramos en el aroma, la textura, el sabor, la temperatura de la porción que nos llevamos a la boca. Exactamente igual ocurre con el sexo: la mente se dispersa, piensa en cosas ajenas que nos preocupan o, como mucho, en cosas del propio acto sexual que nos preocupan. Y esos pensamientos perturban el placer, lo controlan, se adueñan de nosotros y nos manejan a su antojo. La mente puede ser, en palabras de Dumay, nuestra aliada o nuestra enemiga, la que nos aparte de nuestro cuerpo o mantenga viva la conexión con él.
Si bien su libro se centra en el placer femenino, ella misma aclara en este prólogo que esta idea es aplicable tanto al hombre como a la mujer. Debemos controlar la mente en el sentido de ser conscientes del momento que vivimos, sin permitir que nos dominen los pensamientos, abiertos a las sensaciones que nos proporciona el cuerpo y al cuerpo del otro. De este modo la experiencia sexual será un camino que recorreremos por el placer de recorrerlo, sin importar el destino, un fin en sí mismo.
Despertar la sensualidad
Educar la consciencia requiere seguir una serie de pasos. Si nunca nos hemos centrado, la mente comenzará a dispersarse. Si jamás hemos centrado los sentidos en paladear un bocado y comenzamos a hacerlo en un restaurante repleto de gente, a la hora punta, un día en el que tenemos mucho trabajo, es muy probable que al minuto estemos engullendo mirando el reloj. Sin embargo nos resultará más sencillo un día de vacaciones, en un paraje idílico sin problemas urgentes por resolver.
Dumay da una serie de consejos para crear el ambiente propicio para despertar la sensualidad y ser plenamente conscientes de ella. En vez de centrarnos en un solo sentido que suele ser el tacto, podemos abrir la mente a todos los demás: gusto, olfato, vista y oído. Si abrimos la percepción, los sentidos nos arrastraran diluyendo los pensamientos.
El primer paso es estimularlos, vivir experiencias que amplíen el estímulo que vivimos habitualmente y que se ha convertido en algo rutinario. Dar un paseo por un lugar que no conocemos, ir a una exposición, sumergirnos en un largo baño de espuma. No tiene por qué ser algo pausado, la adrenalina es estimulante y puede ser afrodisíaca, por lo que vivir una experiencia de riesgo haciendo deporte, un concierto de rock explosivo, un acto impulsivo despertará la sensualidad.
Otro modo es practicar alguna actividad que implique adaptar nuestro cuerpo y mente a situaciones cambiantes de manera que tengamos que ser conscientes del momento y no podamos hacerlo de modo mecánico, por ejemplo hacer surf, jugar un deporte de equipo, etc.
Aceptar nuestro cuerpo
Lo importante es sentir estas experiencias desde dentro, armonizar el cuerpo y la mente en primer lugar y luego armonizarlos con el exterior. Una de las claves para armonizar cuerpo y mente es aceptar nuestro cuerpo, algo que desgraciadamente no hacemos. La sociedad exige cuerpos tan perfectos que consciente o inconscientemente despreciamos el nuestro. ¿Cómo vamos a vivir una experiencia sexual plena si no estamos a gusto con el cuerpo que ofrecemos al otro?
Si no nos gusta, hagamos algo para cambiarlo y si no estamos dispuestos o no podemos cambiarlo, debemos aceptarlo, amarlo y respetarlo.
Aceptar el cuerpo del otro
Aceptar el cuerpo del otro no es sólo aceptar sus posibles defectos, sino respetarlo, vivirlo con plenitud. Oler la piel, saborearla, acariciar cada poro, percibir el vello en los dedos, observar el rubor del pecho, sentir el calor de la carne, las palabras, los gemidos del otro. No hablamos de amor de pareja, sino de respeto por otro ser humano. Algo que debería estar presente incluso en una relación sexual de una noche. Quizá al abrirnos realmente al otro nos demos cuenta de que no queremos vivir la experiencia con esa persona, pero siempre será mejor desistir de modo consciente a engullirlo y que el inconsciente no pueda digerirlo después.
Armonizar interior con exterior
Crear un entorno propicio favorece la apertura de los sentidos. Dumay propone empezar con lugares que insuflen espontaneidad y curiosidad, que desorienten a la mente, que la descoloquen permitiendo que primen los sentidos. Entornos en contacto con la naturaleza favorecerán esa apertura ya que nuestros sentidos conectarán de manera natural con ella (si evitamos, claro está, miradas indiscretas ya que si no nuestra mente estará más pendiente del peligro que del resto de los estímulos)
Podemos crear ese entorno en casa con velas, incienso, una bañera con agua tibia, música relajante, unas cerezas, una copita de licor. El objetivo es crear un estado de conciencia elevado en el que sintamos el cuerpo y a la vez lo dominemos. Por eso debemos sentir cada uno de estos elementos como sentimos el cuerpo del otro: paladear el vino, sentir el agua en la piel, el aroma del incienso, las sombras que proyecta la vela en la pared. De este modo abriremos los sentidos conectando interior con exterior y la experiencia será sublime.
No es necesario que tengamos que seguir estos pasos siempre que tengamos una relación sexual, son consejos para que nos resulte más sencillo el educar la conciencia, como un almuerzo un día de vacaciones en un paraje idílico.
Una vez que hayamos adquirido el hábito de centrarnos en la experiencia, podremos vivir la sexualidad de modo pleno, en cualquier restaurante, con cualquier plato, paladeando o engullendo.
«Purple Rain» – Randy Crawford
5 comentarios
Sencillamente hermosa la lectura!!!
El acto de leerlo hace sentir !!!
[…] el reportaje Mujer, despierta tu sensualidados dimos consejos para aprender a controlar la mente, conectar con nuestro cuerpo, sentirlo desde el […]
Excelente reportaje, y las fotos preciosas .
Precioso el reportaje. Autentico y la canción me ha sorprendido y emocionado
Que reportaje tan bonito y autentico. Que belleza de fotos. Que sensibilidad. La canción …… espectacular. Gracias sexológicos. Lo estáis haciendo muy bien.