
El periodista Sue Lloyd-Robert ha realizado una hazaña encomiable: verter luz sobre el polémico caso del hospital del placer. Consiste en una iniciativa para ayudar a las mujeres que han sido víctimas de mutilación vaginal, práctica muy extendida en los países subdesarrollados (más de 125 millones de niñas y mujeres en todo el mundo), lamentablemente.
En su reportaje, visto en bbc.com, Robert cuenta la historia del hospital de la pasión, una institución construida con el fin de ofrecer operaciones gratuitas de reconstrucción vaginal. Pero por razones no muy claras, el hospital ya construido en Burkina Faso (África occidental) nunca llegó a abrir sus puertas.
Nos cuenta la historia a través de los ojos de Adjara, una mujer de 38 años que llegó a estar en un autobús camino al susodicho hospital para encontrarlo con las puertas cerradas. Al parecer, el edificio financiado con el movimiento raeliano (cultura con la creencia de que la Tierra fue creada por extraterrestres) de Estados Unidos estaba listo para su apertura, cosa que nunca sucedió.
Una historia devastadora
Cuando Adjara ya se encontraba en la planta baja del hospital, a la que pudo acceder gracias a que su marido trabajaba en seguridad, le dieron la devastadora noticia de que nunca abriría sus puertas. Entre las conjeturas que se crearon del porqué de este sinsentido, muchos opinan que han sido hombres católicos de poder los que han echado para atrás la iniciativa (el movimiento raeliano no está bien visto por el sector católico).
Robert decidió investigar y encontró una respuesta oficial nada convincente: Burocracia. Al parecer, el hospital no contaba con todos los papeles necesarios. Lo que parece estar claro es que no desean que las mujeres sientan placer.
Esta es una de las razones que impulsan la mutilación vaginal, y es esta la razón que más parece cuajar con la terrible decisión.
Injusticia
Para poder ayudar a estas mujeres, un equipo de médicos voluntarios viajó a la zona para intentar cooperar en clínicas improvisadas en una operación que parece ser sencilla y corta. Pero una vez más, la injusticia hizo acto de presencia y sus licencias para operar fueron retiradas.
La lucha continúa, las escalofriantes confesiones de Adjara y su gran lucha están dando la vuelta al mundo y, con suerte, el hospital podría acabar abriendo algún día. Solamente queda desear mucha suerte a las afectadas y agradecer a Sue Lloyd-Robert su loable trabajo.
Por cierto, al final Adjara no consiguió operarse, pero gracias a ella, muchas lo consiguieron.
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