
El concepto que tenemos de la cultura japonesa es la del culto al placer y el refinamiento erótico: el Shunga, la fotografía de Nobuyoshi Araki, el Shibari … pero la realidad es bien distinta.
Tal y como muestra el documental de Pierre Caule El Imperio de los sinsexo, Japón ya no es el Imperio de los sentidos de Nagisa Oshima sino el de los “sexless”, término creado por el Instituto Nacional de Sexología Japonés para definir a las personas que practican sexo menos de una vez al mes.
Japón es el país líder en la industria pornográfica, llegando a ganar con este negocio más de 20.000 millones de euros al año; sin embargo, tiene el indice de abstinencia sexual más alto del mundo: un tercio de los japoneses no practican sexo nunca y los que lo practican lo hacen con la menor frecuencia de la tierra.
En el libro La habitación de al lado, la terapeuta sexual Mayumi Futamatsu revela que las cifras son incluso inferiores; muchas mujeres no se consideran sexless aunque practiquen sexo una vez al año, o una vez cada dos o nunca: el porcentaje de mujeres de más de 40 años que jamás tienen relaciones sexuales oscila entre el 60 y el 70%.
Las mujeres sin sexo
Los hombres no quieren hacer el amor con sus mujeres, se niegan y ésto les causa una enorme insatisfacción. Yoko, una esteticista de 39 años, le cuenta a Futamatsu que su marido se negó a tener sexo incluso durante la luna de miel.
Las pocas veces que lo hacían era forzado por los requerimientos de ella aunque duró poco tiempo: acabó exigiendo dormir en camas separadas. Mendokusai o «Estoy cansado», era su excusa: también es la excusa nacional.
¿Cómo reaccionan las mujeres antes esta desesperante abstinencia?. Algunas como Yoko, con odio, resentimiento y tendencias suicidas. Se casó joven y siente que desperdició la sexualidad de su adolescencia por culpa de un hombre pusilánime. Otras deciden encajarlo con estoicismo y ante la persistente negativa toman la decisión de renunciar al sexo para siempre. Otras son más prácticas y sustituyen las relaciones sexuales con un hombre por el autoerotismo.
En 1996 abrió Love Peace Club, el primer sex-shop exclusivamente femenino de Japón. La entrada está prohibida a los hombres para que las mujeres compren con mayor libertad. Minori, una de las propietarias, lo explica con bastante claridad. No es que los hombres no tengan tiempo, es que no desean esforzarse en tener sexo con una mujer real. La mujer, sin embargo debe conocer cientos de técnicas para ser una gran amante. Las revistas femeninas acribillan con explicaciones detalladas de cómo hacer la felación perfecta o cómo contraer la vagina. La mujer siente que el sexo no es placentero, sino una obligación pesada y exigente: un infierno. ¿ Y para qué?. ¿Por qué no buscar su propia satisfacción como hacen ellos?
Los hombres sin sexo
Mendokusai es la excusa nacional. Es triste, pero el trabajo rige la vida de los japoneses. El ritmo laboral que sufren es agotador y no les apetece tener sexo con una mujer, es demasiado cansado. Además la emancipación sexual de ésta les genera la misma sensación de angustia ante el sexo que a ella.
Deberían estar a la altura, pero deciden no estarlo. Por eso no van de casa al trabajo y del trabajo a casa: hacen una pequeña parada.
Fumiyo es un ejemplo típico de la generación de los 40 años. Lleva 3 años sin mantener relaciones sexuales con su novia. Trabaja para un editor de DVDs y todos los días, tras salir del trabajo, acude a uno de los más de 500 vídeo-vox que hay en Tokio. En estos centros, los hombres pasan una o dos horas (toda la noche si pierden el metro) encerrados en una cabina.
Buscan tranquilidad, una burbuja en la que aislarse del mundo, descansar, relajarse. Ven películas porno y se masturban, con la mano o con unos objetos especiales llamados Tenga, unos tubos masturbadores con forma de termo de café con un interior que simula una vagina. Debe parecerse mucho a una: solo en Japón, la empresa vende la friolera de 3 millones de tengas al año.
Las muñecas con sexo
Los hombres necesitan evasión y la industria del entretenimiento crea mundos imaginarios tan reales que resulta difícil distinguir qué es real y qué no lo es.
El porno más popular es el Hentai, un manga perverso en el que todo está permitido: relaciones incestuosas, zoofilia, podofilia, violaciones, niños con niños… Las adolescentes se visten como muñecas manga porque deben representar la fantasía de lo inaccesible y cuanto más se parezcan a una muñeca, más deseo generarán.
Los hombres acuden a cafés en los que las camareras están vestidas como las niñas de sus mangas favoritos y coquetean con ellas como si el mundo ficticio fuera el real. Incluso sustituyen a las mujeres reales por muñecas: las muñecas del amor.
Las Love Dolls no se parecen en nada a los primeros robots sexuales que aparecieron en Japón en los años 30 para satisfacer la soledad de los tripulantes de los submarinos, unas sencillas muñecas de trapo que han evolucionado hasta parecerse de un modo siniestro a las mujeres de carne y hueso.
Muñecas de silicona que cuentan con 28 articulaciones y cabello y vello del pubis natural.
Se puede elegir la forma del cuerpo, del rostro, el color de los ojos, el tamaño de los pechos, su textura. Por 10.000 euros hasta la flexibilidad de su vagina. Sus creadores prometen que en menos de diez años susurrarán palabras de amor al oído , gemirán cuando se las acaricie, memorizarán las preferencias sexuales de sus propietarios y se moverán solas.
Nakamura, uno de los creadores, afirma sin dudar que la muñeca del amor es el futuro del hombre. Tiene muchas ventajas frente a una mujer de carne y hueso: pesa solo 24 kilos, es totalmente manejable y elástica, no dirá «me haces daño», «ni para», como prostituta no tendrá límites de clientes en un día. «Y no hay que hacerles regalos. Por eso les recomiendo que pongan una muñeca en su vida en lugar de una mujer de carne y hueso».
¿Las muñecas sustituirán las relaciones reales?
No del todo; bien porque no todos se pueden permitir las muñecas del amor o bien porque todavía no pueden hacer lo que hace una profesional, la mayoría de los hombres con edades comprendidas entre los 30 y los 50 años siguen necesitando el contacto con mujeres de carne y hueso. Por eso salen por las noches a los barrios del placer para beber alcohol y alternar con acompañantes (previo pago, por supuesto). Camareras vestidas de colegialas ingenuas, heroínas de manga o sofisticadas burguesas que juegan un papel. Fingen coquetear, seducir, interesarse por ellos.
Son las modernas gueishas, mujeres con las que evadirse de la realidad. En los locales sofisticados los hombres pagan 50 euros por un masaje en las orejas que dan masajistas cuya única función es mimarles y tratarles como a niños, perpetuando el rol de la mujer japonesa que debía cuidar a su marido como si fuese su madre y soportar que una prostituta colmara su deseo sexual. Aunque las cosas han cambiado un poco: los hombres mantenían relaciones sexuales con las Oiran, hoy en día es una excepción; el encuentro suele limitarse a caricias, masturbación o felación.
Según Fumiyo, el adicto a los vídeo-vox, no es que no quiera a su novia, pero cuando regresa a casa y a ella le apetece hacer el amor, aunque a él también le apetezca, le cansa la idea de tener que satisfacerla. Por eso, cuando no tiene dinero acude a los vídeo-vox y cuando sí, a los locales del placer que ofrecen todo tipo de servicios para satisfacer las fantasías más elaboradas. Puede, por ejemplo, «golpear las nalgas de la chica mientras me masturbo» o «disfrazarme de bebé y que ella haga de mi mamá y me masturbe luego». También acude a los baños espumosos, lugares en las que las mujeres están «a su servicio»; él no hace nada, no se cansa, simplemente se deja llevar mientras ellas le masturban hasta que se corre. A fin de cuentas, afirma «para obtener placer no necesito hacer el amor, sólo eyacular». Nunca se acuesta con una prostituta, inconscientemente piensa que debe satisfacerla y le cansa. Él solo quiere eyacular: con eso le basta.
Falta de comunicación
Fumiyo no le cuenta a su novia sus deseos más ocultos. «A ella no puedo-afirma- pero a ustedes sí». Puede confesar al mundo entero sus apetencias sexuales, pero no a su pareja.
La mayoría de los hombres japoneses piensan igual, no desean abrirse a sus mujeres, todavía pesan las costumbres ancestrales cuando los hombres llegaban a casa y no hablaban de trabajo sino que representaban el rol de cabeza de familia fuerte y seguro de sí mismo. En la actualidad, algunos acuden a locales que recuerdan esos tiempos y por 300 euros toman una copa en silencio mientras una exquisita actriz les atiende como si deseara seducirles y canta al piano con voz delicada. Cuando regresan a casa sus mujeres intentan hablar con ellos pero chocan con un muro de silencio. La incomunicación es una lacra en Japón.
La situación es tan preocupante que el Estado ha editado una guía para que las parejas aprendan a dialogar y recuperen la comunicación; porque sin comunicación no hay sexo y el índice de natalidad se está reduciendo de manera drástica. Algunas mujeres casadas que deseaban experimentar el milagro de la maternidad han tenido que optar por una decisión práctica: la fecundación in vitro: ni en eso colaboran sus maridos.
Los nuevos reyes de la casa
Disminuye el número de nacidos pero aumenta el de mascotas. Las ventas de animales domésticos se han disparado y éstos se han convertido en sucedáneos de niños caprichosos y malcriados que viven una vida de reyes. Los japoneses que no pueden permitirse tener una mascota en casa pueden acudir a los Neko cafés, locales en los que por 10 euros puedes disfrutar de una consumición y de la oportunidad de acariciar a un gato…o intentarlo. No siempre se dejan, saturados de tanta atención desesperada. Kota, un asiduo, afirma con tristeza «los gatos son como las mujeres de mi vida: les ofrezco comida y afecto, se acercan si lo desean y luego se van».
La mayoría de los japoneses lo hacen todo solos y no saben relacionarse con el otro, tienen miedo a que les hieran y no saben mantener una relación. La desesperanza y soledad de Kota son patentes: desea amar pero no sabe cómo relacionarse con las mujeres; necesita el afecto de una pareja pero su ritmo de vida lo ha aislado del mundo. Algunos japoneses tienen un cuerpo cálido al lado y no desean acariciarlo y otros acarician gatos porque no pueden conseguir un cuerpo cálido: la ironía es desoladora.
La nueva generación
No todos necesitan ternura, los hombres Herbívoros rechazan todo contacto con los demás: la pareja es un concepto obsoleto, los amigos también, lo ideal es estar solo. No tienen ninguna aspiración en la vida, sólo les importa su forma de vestir y su apariencia física. Son egocéntricos y ególatras. Es cierto, somos egoístas- afirma Río, uno de ellos- no me preocupa nadie que no sea yo mismo. Una novia es como tener un coche de marca, es una pérdida de energía y dinero.
El Gobierno está preocupado, un tercio de los hombres japoneses entre 20 y 30 años se declaran herbívoros; el porcentaje va en aumento. ¿Cuál será el futuro de su sociedad?.
Pierre Caule termina su documental con una reflexión abrumadora «La comodidad material parece haber apagado el deseo de los japoneses. Pornografía y prostitución son sinónimos de placer inmediato y sin esfuerzo. En el Japón de hoy, la pareja desaparece en beneficio del individuo. Cada cual flota en su burbuja, prefiriendo la masturbación a la sexualidad compartida, prefiriéndose a sí mismo antes que al otro.
El sexo ya no es un elemento para construir la pareja y el individuo,sino una simple salida de socorro. La evasión de la realidad, la búsqueda desesperada de consuelo y el repliegue sobre sí mismos forma parte de esta nueva sexualidad egocéntrica. ¿Japón es muy diferente o, sencillamente, va por delante?».
Yo creo lo segundo. ¿Vosotros?
Brenda B.Lennox
«California Gurls ft. Snoop Dogg« – Katy Perry
3 comentarios
Me quedo con el Japón del Imperio de los sentidos, de Nagisa Oshima y que tanto marco mi adolescencia en el sexo, este no lo reconozco…
Eso pasa porque todo esta basado en el trabajo-consumo y ya no hay tiempo para nada más, afortunadamente, aquí nos quedan muchos momentos para relacionarnos en todos los sentidos.
Este reportaje casi da miedo, porque cada día somos más individuales así que ¿ Japón es muy diferente o, sencillamente, va por delante ?