
Puede que en otra vida fuera sirena, caballito de mar o medusa porque me pone el agua una cosa mala. Bueno, para ser más exacta, los líquidos en general.
La Sitofilia, el Body Shot y demás derramamientos me hacen sentir más feliz que un pato chapoteando en un bebedero de ídem.
Si te tengo ganas y tú ninguna de acabar empapado, nunca (repito: nunca) te me acerques si sostengo una botella de zumo, batido o champán en mis manos (si es de cerveza puedes arriesgarte, siempre me ha parecido menos glamurosa, pero tampoco te confíes demasiado).
En mi descargo decir que luego lamo hasta dejar la piel seca y limpia como los chorros del oro, pero hay mucho acuafóbico por ahí que no sólo se niega a echar un polvo en la bañera, también a que lo bañe.
Por fortuna, también hay muchos pececillos reencarnados que disfrutan de los líquidos en todos sus estados, incluyendo el sólido.
Consejos básicos para no quedarte helado
Tampoco te acerques a mí si me estoy tomando un gin tonic, tengo más peligro con un hielo en la mano que la ardilla de Ice Age con su bellotita. Ay, los hielos, ese juguete sexual barato y casero imprescindible para calentar al más gélido en la cama; siempre que sepas como hacerlo, claro, y el gélido no le tenga más miedo al hielo que «Mamut el friolero». La clave está en el cambio de temperatura; el frío contrae los vasos capilares, sensibiliza la piel y la prepara para una caricia, un soplido cálido o un lametón. Estos son algunos consejos básicos para que la experiencia sea lo más placentera posible.
Temperatura ambiente. El verano es la mejor estación para jugar con hielos. Que caigan chuzos de punta al otro lado de la ventana del dormitorio afecta psicológicamente, y apetece más derramar un chocolate calentito que un granizado de limón. De todos modos, lo que realmente importa es la temperatura de la habitación en la que vayas a jugar, y en invierno eso se arregla con una buena chimenea o, en su defecto, calefacción centralizada. Y a la inversa, jugar con hielos en verano en una habitación con el aire acondicionado a tope te expone a una neumonía como mínimo.
Si quieres jugar en la cama y no eres rápido lamiendo, coloca un forro con plástico debajo de las sábanas para no calar el colchón. Si vas a juguetear con helados, mejor encima del forro directamente o dile adiós a las preciosas sábanas que dio tu abuela como parte del ajuar.
Todos sabemos lo prácticos que son algunos moldes de hielo y los imaginativos métodos para conseguir sacar un cubito: dándole zurriagazos contra el fregadero de la cocina durante media hora; echando agua caliente por encima hasta derretirlos pues (lo descubriste tarde) es peor el remedio que la enfermedad; arrancando con los dientes el plástico (dejándote, de paso, medio empaste en el intento)…
No sólo es poco práctico, también es poco glamuroso y la libido puede verse afectada ante tamaño despropósito. Lo que sí es glamuroso es una cubitera con los hielos ya preparados (ideal si, además, va dentro una botellita de champán).
Ten mucho cuidado con poner el hielo directamente sobre la carne, especialmente en los genitales, puede pegarse y al intentar quitarlo acabes llevándote un trozo de piel; mejor lámelo o chúpalo antes (cuidado con la lengua, recuerdo una amiga a la que se le pegó y no veas que espectáculo).
Si estás jugando con helados, ni se te ocurra introducirlo en la vagina: puede quemar la zona y además provocar una infección al ser una zona tan sensible. Tampoco en el ano, ya sabemos que el esfínter puede contraerse involuntariamente y cabe la posibilidad de que se cuele. Dirás que se acabará derritiendo, pero hasta que eso ocurra… y como sea helado de palito acabarás en Urgencias y ya verás qué risas cuando se lo expliques al personal de guardia.
Juegos eróticos con hielo
Besar
Dicen que es mejor un beso húmedo que un coito rápido. Besar con un hielo humedece los labios de cualquier mujer… y la boca también (ejem). Introdúcetelo en la tuya y humedécelo un poco antes de besar. Sostenlo con tus dientes o tus labios y pásalo por los labios de tu amante. Pasa el hielo a su boca. Introduce la lengua y juega con la otra, con el hielo, con el agua que desprende al fundirse lentamente. Prueba con un helado, un sorbo de granizado… al frío del hielo se sumará el sabor, potenciando los sentidos.
Trazar
Desliza el hielo por la piel y acaricia con los dedos la huella que deja. Demórate en las muñecas, los antebrazos, los pezones, el ombligo, la parte posterior de las rodillas y la nuca: el placer será más intenso. Otro punto erógeno muy sensible al hielo es el pie debido a que se encuentran junto a los genitales en el mapa de la corteza sematosensorial del cerebro. No te limites a recorrer la piel con los dedos: lame, chupa, sorbe… imaginación al poder.
Acariciar
Coloca el hielo en el centro de la palma de la mano y describe círculos sobre los pechos hasta que la palma llegue a los pezones: se endurecerán al instante y estarán tan sensibles que cuando chupes puedes provocar un orgasmo. Si no has leído el reportaje «Consigue que una mujer llegue al orgasmo acariciando sus pechos» (ya estás tardando) decirte que Barry Komisaruk descubrió que estimular un pezón activa las mismas zonas cerebrales que la vagina, el cuello del útero y el clítoris, por ello una mujer puede tener un orgasmo si lo acaricias. Por experiencia te aseguro que un hombre también.
Frotar
Coloca un hielo entre los cuerpos y derrítelo con el roce de la piel. Acaricia con los pechos y el vientre el pecho y el vientre del otro. Mejor un helado cremoso, su textura es más agradable y la sensación es similar a masajear con tu cuerpo untado en lubricante. Puedes hacer una cubana sustituyendo este por helado o nata, será más excitante para él y más sabroso al paladar para ti.
Sexo oral
Todos sabemos que el frío arruga a nuestro querido amiguito de juegos, convirtiendo una barra de acero en un gusanito asustado. Sin embargo, una felación con hielo bien hecha surtirá el efecto contrario. ¿Cómo hacerlo?
Escoge un hielo del tamaño adecuado, todavía recuerdo el comentario incrédulo de una amiga murciana que aseguraba que era imposible hacer una felación con uno; no lo entendí hasta que me tomé un cubata con ella y vi el tamaño de los hielos en los bares murcianos: no es que no quepan un pene y un hielo a la vez en la boca: no cabe este solo: es gigantesco.
No se te ocurra ponerlo directamente en los genitales. Aparte de congelar la zona, puedes quemarla. Métetelo en la boca y derrítelo poco a poco mientras besas el glande. Luego escóndelo tras la lengua y chupa, alternando hielo y lengua en la superficie del pene. No te preocupes si al principio baja la erección, si sabes alternar hielo y lengua, acabará poniéndosele duro como una piedra.
Si te resulta complicado con un hielo, prueba con un helado cremoso. La textura es más agradable, el frío menos intenso y te resultará más sencillo tragar a medida que se derrite.
Si quieres hacer un cunnilingus, el procedimiento es similar. Eso sí, ten especial cuidado con la cabeza del clítoris, es muy sensible; mejor deslízalo por la vulva y las ingles.
No sé por qué pero me ha entrado hambre. Me apetece un helado.
¿Y a ti? ¿De chocolate?
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Brenda B. Lennox
“It’s A Beautiful Day” – Michael Bublé
3 comentarios
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