El perfume es el humo de los dioses y él era un verdadero dios para mí. He tenido que
esperar varios años para volver a impregnarme de esa fragancia tan exquisita.
Recuerdo con nostalgia esa sensación de entrar en su tienda y antes de poder verlo,
aspirar el aroma que lo envolvía todo. Hace mucho tiempo de aquello, sin embargo,
he sido incapaz de olvidarlo. Mi deseo se alimenta única y exclusivamente con su olor.
Éramos muy jóvenes, casi adolescentes. Pablo trabajaba los meses de verano en la
tienda de su padre. Era un pequeño comercio de recambios para el automóvil que
poseía un olor muy característico, mezcla entre metálico y oleoso. A pablo le fascinaba
todo lo que tenía que ver con el mundo del motor. Era muy activo, tenía ilusiones,
muchos sueños por cumplir, quería comerse el mundo.
Yo vivía justo al lado de la tienda. Nos conocíamos desde niños. Siempre habíamos
jugado juntos y compartíamos grupo de amigos.
Tendríamos unos quince años cuando las cosas empezaron a cambiar entre nosotros.
Nuestros cuerpos iban transformándose y tomando forma adulta. Mis pechos habían
crecido considerablemente y tenía unas curvitas encima de las caderas que cada vez se
hacían más pronunciadas. Por su parte Pablo había alcanzado una gran estatura en los
últimos meses, tenía unas espaldas muy anchas y un cuerpo atlético y fuerte. Nos
mirábamos de forma diferente. Pero una de las cosas que más me atraían de él era su
olor. Olía como los ángeles. Olía dulce y fresco.
Cada vez eran más las excusas que inventaba para entrar en su local y respirar su
fragancia que me volvía absolutamente loca.
Comenzaba a ser una obsesión. Me atraía fuertemente. Lo que sentía, ahora lo sé, era
deseo y pasión. Ya no lo veía únicamente como un amigo. Había despertado en mí la
parte de mujer que no conocía hasta entonces.
Un día como otro cualquiera de aquel verano, me acerqué a su tienda a la hora de
cerrar. Hacía muchísimo calor, la temperatura era sofocante. Entré en el comercio para
avisar a Pablo de que habíamos preparado una barbacoa para esa misma noche.
Estaba solo comprobando la caja del día. No sé por qué me ruboricé cuando nuestras
miradas se cruzaron. Aspiré su aroma y noté cómo mis pezones se endurecían y mis
braguitas empezaban a humedecerse. Pablo sonreía, pero lo hacía de un modo
distinto que en otras ocasiones. Yo notaba el fuego en mis mejillas. Era incapaz de
articular palabra. De manera sugerente, se acercó a mí y me preguntó susurrando si
quería acompañarlo al almacén. Sin apenas mirarle a la cara, asentí. Me cogió la mano
con suavidad y seguí la estela de olor que su cuerpo desprendía.
Los dos en el almacén, solos, sofocados y agitados. A esa edad las hormonas están en
constante ebullición y saltaban chispas.
Su padre guardaba allí el coche. Pablo abrió la puerta trasera y me invitó a entrar en el
vehículo. Seguidamente, entró el y se sentó a mi lado sin mediar palabra. Nunca antes
me había encontrado en una situación así. De repente, como en un impulso, Pablo se
quitó la camiseta. Olía tan bien. Recuerdo que cerré los ojos y aspiré tan fuerte que
estuve a punto de acabar con el poco oxígeno del interior del automóvil. Me miró
sorprendido. Acto seguido hice lo mismo que él y me desprendí de mi camiseta. Nos
mirábamos avergonzados, pero logramos sonreír. Él llevó su dedo índice al borde de mi
sujetador por el que sobresalían ligeramente mis grandes pechos. Fue muy erótico. No
sé si en ese momento, presa de los nervios, lo sentí así, pero hoy lo recuerdo como tal.
Me quité el sujetador y él se acercó tímidamente a mí. Podía notar cómo su nariz
recorría con suavidad mi escote y respiraba las gotas de sudor que se agolpaban en esa
parte de mi cuerpo. Hacía mucho calor. Lentamente comenzó a lamer mis pezones y
mi respiración se agitó notablemente.
Yo no sabía qué hacer. En aquel momento sólo sentía. Sentía placer. Me dejé llevar por
el deseo y la pasión. Me quité la falda y las sandalias sin apartar mi mirada de la suya,
respirando fuerte, inspirando la esencia del momento. Me coloqué a horcajadas
sobre él y comencé a dibujar círculos sugerentes con mis caderas por encima de su
gran erección. Fue una sensación inolvidable. Ambos queríamos continuar pero el
ruido de una puerta al abrirse nos paralizó y tuvimos que salir corriendo para evitar ser
pillados. A pesar de la contrariedad en el desarrollo de lo que iba a ser mi primera
experiencia sexual, recuerdo esos momentos con intensidad.
Las dificultades económicas se cebaron con la familia de Pablo y, poco después de ese
verano, se vieron obligados a dejar la ciudad. No volvimos a vernos.
∗∗∗∗
Pasaron varios años y sucedió algo verdaderamente inesperado. Nunca he creído en
las casualidades. Cuando algo ocurre es por algún motivo y todo tiene su explicación.
Debido a los años que tenía, mi pobre Seat Ibiza dijo basta. Dependiente de mi coche
por mi trabajo, decidí acercarme ese mismo día a un concesionario para comprarme
uno. Nada más poner un pie dentro, un escalofrío recorrió mi cuerpo y me paralizó.
Ese olor otra vez. Era inconfundible, profundo, sensual, estaba provocando en mí las
mismas sensaciones que experimentara años atrás.
Mi olfato comenzó la búsqueda de la persona que emanaba esa fragancia. Mis orificios
nasales querían aspirar su esencia hasta lo más profundo. Estaba allí. No cabía duda.
Un chico bajito, con un traje moderno y pelo engominado se acercó hasta mí y me
preguntó si necesitaba ayuda. Creo que debió asustarse al ver mi expresión. Me quedé
petrificada. Estaba con los ojos cerrados y juraría que estaba junto a Pablo. Pero no era
él. Era únicamente su olor. ¡Oh, Dios santo! ¡Qué sensación tan placentera! El
muchacho me miraba con cara de no entender absolutamente nada. Intenté recobrar
la cordura y centrarme en lo que había ido a hacer.
Después de ver varios y de repasar precios y modelos le propuse al vendedor que
fuéramos a probar uno de los coches que más me gustaban. El obviamente accedió.
Poco me importaba el coche. El dulce olor que desprendía aquel chico me llevaba a
desear entrar en el vehículo con él y dejarme llevar.
Llevábamos pocos kilómetros recorridos cuando decidí parar en un camino. Javier, que
así era como se llamaba, me miró con asombro. Empecé a despojarme de mi ropa y su
mirada se tornó más lasciva. Sabía lo que iba a suceder y no parecía importarle
demasiado, más bien al contrario. Me desabroché la blusa con movimientos muy
sensuales y me acerqué a su cuello para aspirar su piel. Él se acercó a mí y me arrancó
de un tirón el sujetador, comenzando a devorar mis pezones mordiéndolos con brío.
Pensé que iba a correrme en ese mismo instante. Estiré mi mano hasta su pene y lo
noté muy grande. No iba a poder aguantar mucho más. De improviso, metió su mano
entre mis muslos y apretándome la carne del pubis me empujó hacia el respaldo de mi
asiento. Así, en plena excitación, rebañó con los dedos todo el flujo que salía de mi
interior y los llevó hasta mi boca. Degusté mi propio sabor y aspiré mi aroma mezclado
con el suyo que se extendía por todo el interior del vehículo. Javier sacó su pene y
sujetó con fuerza mi cabeza acercándola hacia él. Yo lo succioné, primero chupando de
arriba abajo, y después aplicándole caricias húmedas y sensuales.
Pasamos al asiento de atrás. Como hiciera años atrás con Pablo, me coloqué encima de
él y en un solo movimiento me penetró con fuerza. Un par de embestidas y llegaría al
orgasmo. Ambos llegamos casi a la vez.
Sin cruzar palabra, retomamos nuestras posiciones iniciales y nos dirigimos de vuelta al
concesionario.
Los dos momentos más excitantes y eróticos de mi vida fueron motivados por una
esencia que seguiré persiguiendo el resto de mi vida. Un aroma que despierta la bestia
sexual que llevo dentro.
© Arancha García
«Corazón hambriento»– India Martínez & Abel Pintos
19 comentarios
Muy buen reportaje,hay olores
Que desordenan las pasiones
Siga deleitándose con sus relatos
El olor que excita y abre el apetito sexual, como si de un pastel se tratase, deleitandose……
Felicidades por el relato. Menuda ESENCIA
Que historia más chula. Me apunto a una así
Me ha gustado mucho, muy bien escrito
Muy bueno. Sensual, muy erótico, muy real, te metes en la situación perfectamente. Cumple con su proposito
Buenísimo¡¡¡¡ Te metes en la situación inmediatamente, la autora ha conseguido cambiar mi profesión. Hoy he vendido coches¡¡¡ Me ha encantado. Si es posible poner algún relato más de esta escritora.
Ufff!!! leyéndote he sentido la esencia …buen relato me ha puesto a cien…gracias Arancha espero leerte muchas mas veces…enganchas desde el principio.
Me ha parecido buenísimo. Redacción excelente, que consigue que nos introduzcamos profundamente en la esencia del relato.
Esperemos que nos ofrezcas nuevas historias tan cargadas de erotismo y tan agradables de leer, consiguiendo hacer «volar» nuestra imaginación hasta paraísos sexuales tan reales.
Enhorabuena, Muy bueno!!!!!!!!
Las culpables son las feromonas que ponen cachondos ….
A mi me paso algo parecido, a cien me puso la situación !!
Y este relato transmite muy bien esas sensaciones….
Es una fantasía que pone muchísimo el coche, el olor ….. me ha gustado un montón
Excelente relato, muy buena redacción y un contenido exquisito. Espero leer más relatos tuyos.
Yo trabajo en un concesionario y ya me gustaría que me pasase algo así….. que morbo !!
Que relato tan excitante !! es verdad que los olores te ponen….
Muchas gracias Arancha, por prestarnos una historia tan sugerente. Tienes que seguir escribiendo, sin dudarlo.
Que guai y sugerente
Muy sugerente, fácil de imaginar como fantasía sexual. Muy bonito.
Levantarte y leer este relato es una forma estupenda de empezar el día. Me ha encantado.