Su cerebro está sobre los hombros
En 1966 el ginecólogo William Masters y la psicóloga Virginia Johnson publicaron Respuesta sexual humana, un libro fruto de once años de trabajo. Estudiaron a 694 voluntarios (392 mujeres/302 hombres) de distinta edad, estatus social, estado civil e identidad sexual. Su objetivo era determinar cuáles eran las respuestas fisiológicas del cuerpo humano en todas las fases del sexo (desde la excitación hasta el orgasmo), ya fuera durante la masturbación, ya fuera durante la cópula.
Midieron aspectos como la presión arterial, el riego sanguíneo o la frecuencia cardíaca con dispositivos especiales. Tras analizar más de 10.000 ciclos sexuales realizaron la siguiente clasificación del proceso que sigue la excitación sexual: Excitación-Meseta-Orgasmo-Resolución.
Esta clasificación se mantiene hasta nuestros días, aunque H.S. Kaplan añadió una fase previa a la excitación: el Deseo.
Cambios físicos en el hombre durante la excitación
En el sexo intervienen muchos factores: neurológicos, metabólicos, hormonales, vasculares que pueden alterarse con gran facilidad. Analizando la excitación a nivel biológico, el pene humano está conformado por tres columnas de tejido eréctil: dos cuerpos cavernosos y uno esponjoso. Los cavernosos se encuentran uno al lado del otro en la parte superior del pene, mientras que el esponjoso se encuentra en la parte inferior.
A diferencia de los penes de la mayoría de los mamíferos, el del hombre no tiene báculo, un hueso que favorece la penetración aún sin excitación. En el caso del hombre, por lo tanto, es necesaria la excitación (luego veremos que esta afirmación requiere matices).
El pene tiene varias arterias (dorsal, dorsal profunda, cavernosa, bulbouretral) que penetran en los cuerpos cavernosos y en el cuerpo esponjoso. La erección se produce cuando los músculos de las arterias permiten que los cuerpos cavernosos se llenen de sangre, mientras que otros músculos de las venas bloquean el drenaje de la misma.
Por lo tanto, las arterias se dilatan permitiendo el paso de la sangre que aumenta progresivamente el tamaño del pene hasta que el tejido eréctil alcanza su grado máximo de anchura, ese momento se alcanza cuando hay equilibrio de sangre entre las venas dilatadas y las comprimidas.
Otros de los efectos fisiológicos es la transformación de los pliegues del escroto, que se alisan ya que los testículos aumentan de tamaño y se elevan; los músculos del perineo se contraen rítmicamente; la apertura de la uretra se ensancha y los pezones se ponen erectos (en el 60% de los hombres).
Hay una serie de cambios fisiológicos en los que coinciden ambos sexos: elevación de la presión arterial y la frecuencia cardíaca; aumento de la temperatura corporal; respiración agitada; mayor brillo en la piel de la cara y en los ojos; aparición de rubor; segregación de hormonas para atraer y excitar al otro.
Fase Meseta
Los límites entre la fase excitación y la fase meseta pueden resultar difusos, ya que dependen del grado de excitación de cada hombre y del tiempo de respuesta, entre otros factores. En esta fase, el pene sigue aumentando de tamaño hasta alcanzar la anchura máxima de la que hablé antes (cuando hay equilibrio de sangre entre las venas dilatadas y las comprimidas). Si no apareció rubor sexual en pecho y cara durante la fase de excitación, aparecerá en ésta.
Aumenta el calor y la presión en la zona de la pelvis debido al estrechamiento de los vasos sanguíneos, en especial en las vesículas seminales y la próstata. Los testículos también llegan a su punto máximo de altura y tamaño. La tensión muscular aumenta, así como la sanguínea. Se aceleran el ritmo cardíaco y la respiración.
La cumbre de la fase de meseta se reconoce por dos síntomas: se siente psicológicamente que no se puede aguantar más placer; físicamente se produce una congestión en los genitales que puede provocar dolor en los testículos que se alivia eyaculando.
Rapidez en la respuesta sexual
Masters y Johnson observaron que las curvas de la respuesta sexual del hombre y la mujer diferían en muchos aspectos. Las diferencias más llamativas incluyen la duración de la fase de excitación, más larga en la mujer, y la fase de resolución, más brusca en el hombre; así como una mayor duración del proceso refractario en el hombre.
¿Qué se traduce de ésto? Que la mujer tarda más tiempo en excitarse, su orgasmo es más duradero y el tiempo entre éste y el nuevo orgasmo es menor que el del hombre.
Sin embargo, hace algunos años un estudio de la Universidad de McGill, Quebec, Canadá, echó por tierra una de las conclusiones de Masters y Johnson: las mujeres se excitan con la misma rapidez que los hombres. El objetivo del experimento era calibrar la respuesta sexual en ambos sexos. Los científicos se sirvieron de la termografía para medir la radiación, en términos de temperatura, que emitían los genitales de los sujetos del estudio, mientras contemplaban diferentes imágenes sexuales: ambos se excitaron en 30 segundos, aunque los hombres alcanzaron el pico máximo de excitación a los 11 segundos y las mujeres a los 12.
No sólo tienen el mismo tiempo de reacción ante estímulos visuales como la pornografía, los hombres y las mujeres se excitan con la misma rapidez ante otro tipo de estímulos sexuales: unos diez/once segundos de media. Es más, un 42% de las mujeres se excitan más rápido y con mayor intensidad que la media de los hombres. Otra cosa es que respondan ante el estímulo ya que los condicionamientos culturales las reprimen, a diferencia de los hombres.
Elementos psico-fisiológicos del sexo
Cuando un hombre está excitado sexualmente su pene suele estar erecto, pero no necesariamente a la inversa: no es lo mismo excitación psicológica que erección.
La conducta sexual humana es un complejo proceso de orden psico-biológico en el que se combinan los impulsos más primitivos con la razón, las influencias culturales y sociales y la experiencia vital.
Resulta muy interesante el símil que emplea La Enciclopedia Familiar de Oceano Grupo Editorial, equiparando el comportamiento sexual al contenido de un edificio arquitectónico. Cuando llegan al edificio que es nuestro cuerpo los estímulos del exterior (que La Enciclopedia Familiar denomina visitantes) comienza el proceso de la excitación sexual. Pero ésta no es automática, como el que aprieta un interruptor (en contra de lo que piensa mucha gente que considera que un hombre tiene un muelle que se acciona cuando ve un buen par de tetas), ya que antes de llegar a la médula espinal, estos estímulos han sido controlados por el cerebro diencéfalico y analizados por el cerebro superior o corteza cerebral.
Puede ocurrir que la corteza cerebral tenga ya el estímulo en su interior (en forma de fantasías, por ejemplo); por ello, el sistema encefálico no sólo verifica los estímulos que provienen del exterior sino que controla la puerta de entrada (vías reflejas) y da vía libre a la respuesta del cuerpo.
Estas vías reflejas están constituidas por la médula espinal que tiene una parte sensorial que cuida de la recepción de los estímulos y de la respuesta a éstos (la zona motora). El sistema medular responde de modo reflejo a los estímulos que se reciben en los genitales pero es el cerebro el que puede aumentar e incluso inhibir esa reacción; es por eso que a un hombre le pueden estimular directamente el pene y no sentir placer ni excitarse aunque el pene pueda llegar a reaccionar en algún modo.
Hay determinados procesos independientes del cerebro como la erección, por eso hay hombres con la médula espinal dañada que pueden llegar a tener una erección si son estimulados, pero no percibirían la estimulación: a eso se refieren con movimiento reflejo.
El amo del castillo
El control del estímulo sexual y su respuesta es una especie de círculo interactivo de influencias.
El deseo provocado por un estímulo sensorial o imaginado desencadena un impulso que llega a la médula cerebral y, a través de hormonas e impulsos nerviosos, se ordena a los órganos sexuales que actúen.
El sexo es un impulso que se encuentra muy ligado a las emociones. El cerebro primitivo interviene mediante el hipotálamo, el cual inicia el interés sexual o deseo, recogiendo la información que llega del exterior o de la propia bioquímica interna (hormonas, por ejemplo) controlando parte de la excitación sexual, la eyaculación, la percepción del placer y la modulación emocional y efectiva de la conducta sexual.
El hipotálamo interviene junto con el sistema límbico, el cual regula las sensaciones de placer, criba los estímulos y reconoce cuando está saciado, inhibiendo la conducta sexual cuando lo requiere.
Será el cerebro superior (el córtex) el que ampliará o cambiará las funciones de este circuito primitivo del sexo conformado por dos estructuras muy evolucionadas: los lóbulos orbitofrontales y las áreas prefrontales. El córtex es el órgano que matiza y condiciona todo lo que pasa en el diencéfalo y por eso el ser humano puede ver disminuido o aumentado su deseo sexual, responder o no ante un estímulo, e incluso responder de manera negativa con dolor, ansiedad o no responder en absoluto, aunque la médula o el diencéfalo funcionen perfectamente.
Es el córtex, por lo tanto, el que combina la razón con la emoción, la fantasía con el aprendizaje, dando lugar a las peculiaridades sexuales de cada ser humano. Por eso, los especialistas coinciden en que la mayoría de las disfunciones sexuales son debidas a este neocircuito que procesa el aprendizaje cultural, personal y la experiencia vital hasta el punto de magnificar o no la experiencia sexual.
En contra de lo que afirma el chiste, los hombres no tienen el cerebro en la polla: lo tienen en la otra cabeza: la que está sobre los hombros.
Wonderful Tonight – Eric Clapton
5 comentarios
[…] sexual humana, es decir, el conjunto de cambios físicos y hormonales que experimentan los hombres (La excitación sexual del hombre) y las mujeres (La excitación sexual de la mujer) ante el estímulo sexual: excitación, meseta, […]
[…] explicamos con detenimiento en La Excitación sexual del hombre: su cerebro está sobre los hombros, tras analizar más de 10.000 ciclos sexuales, William Masters y Virginia Johnson, realizaron la […]
Son complicados, pero hay que reconocer que a veces nos dan mcho gustito
Hay que ver que complicados son los hombres !! y luego dicen de nosotras….
Eso mismo he pensado yo al leer el artículo, Anais 🙂