
La Hipersexualización Infantil
Una forma de violencia contra los niños
En 2001, el Ministerio de Educación del Gobierno británico de David Cameron encargó un estudio sobre la sexualización y comercialización de la infancia a Greg Bailey, director ejecutivo de la Mother’s Union. El resultado fue El Informe Bailey, un estudio de casi 200 páginas en las que se define la hipersexualización infantil como «la sexualización de las expresiones, posturas o códigos de la vestimenta considerados como demasiado precoces» y se alerta sobre la saturación de imágenes sexuales que rodean a los niños.
Este bombardeo sexualiza precozmente a los niños, especialmente a las niñas, a las que socializa convenciéndolas de que son un objeto sexual y condicionándolas para que adopten roles inadecuados para su edad. No sólo las convierte en un objeto sexual, también acelera la transición de la infancia a la pubertad, provocando daños irreversibles.
Lejos de parar, el fenómeno ha crecido con los años. En 2007, la Asociación de Psicología Americana (APA) publicó un documento en el que se denunciaba la tendencia sexualizadora de los niños en las sociedades modernas. La APA advertía que esta sexualización abarcaba todo el espectro infantil: ropa, juguetes, videojuegos, series de TV, etc, incidiendo en los beneficios que el erotismo puede proporcionar, sobre todo a las niñas. Este estudio reflejó que las niñas, a partir de los 4 años son bombardeadas con modelos de éxito social que triunfan en la vida por tener aquellos atributos físicos que el mercado impone, no por cualidades personales ni profesionales. De este modo, la sexualidad prima sobre otros aspectos de la personalidad convirtiéndose en el único parámetro para determinar el valor de las personas.
Una concepción del sexo manipulada
La publicidad es un conjunto de técnicas, estrategias, usos, formas y contextos de comunicación orientados a persuadir a las personas sobre las virtudes de adquirir un producto o desarrollar una conducta. La comunicación publicitaria intenta atraer la atención del destinatario hacia un objeto, marca o una idea, estimular su deseo y provocar que lo adquiera.
Para ello, la publicidad utiliza el sexo para vender, buscando llegar al subconsciente para programarlo a través de estímulos que apelan al sexo por el impacto emocional que éste provoca.
En los últimos años, se ha creado un nuevo concepto de exaltación de la sexualidad de los niños, especialmente de las niñas: aparecen en los medios de comunicación vestidas como adultas sensuales, maquilladas, en poses incitantes, manteniendo conversaciones sobre manicura, pedicura, ropa, bolsos, tacones, maquillajes y peso.
Esta sexualización obedece a las necesidades del mercado de consumo, y al igual que el sexo está presente en los anuncios de productos para adultos, lo mismo ocurre con los productos dirigidos para los niños. De este modo se cumple una doble función: se llama la atención del inconsciente infantil que desea ese producto, y también del adulto que es,a fin de cuentas, el que lo compra para el menor.
Niñas como objeto sexual
¿Exageración?. Valgan este ejemplo para tomar conciencia de la realidad. Toddlers & Tiaras es un programa estadounidense en antena desde 2009 en el que tres niñas de tres, siete y doce años compiten para alzarse con un título de belleza.
El programa muestra la preparación previa de la familia y el participante, el traslado al lugar de la competición y el día del concurso. Es aterrador escuchar a Karmen de seis añitos decir «Mi mamá me pone maquillaje porque quiere que me vea bonita» o a una madre diciendo «Mi hija ensaya hasta tarde, a veces hasta que no puede más y cae rendida, llorando».
La psicóloga Londoño-McConnell asegura que tanto estos concursos para niñas como las competencias de belleza para adultas promueven una imagen sensualizada de las mujeres. «Conciben a la mujer como un objeto y degradan otros aspectos, como por ejemplo su inteligencia. Eso es lo que se les está diciendo a las niñas, que tienen que demostrar ser sexis para poder ganar».
¿Y qué es ser sexi según este programa?. Una niña que representa un ideal de belleza falso gracias al maquillaje, la peluca, el bronceador y una dieta de adelgazamiento. ¿Qué problemas físicos y mentales desarrollarán estas niñas? ¿Qué ideal se está tratando de transmitir?
Consecuencias para el menor
La publicidad no sólo vende un producto, también vende una idea de sexualidad. Nos dice qué es sensual, que comportamiento es el ideal, creando una concepción particular del sexo en sí mismo.
Terapeutas como Elena Mayorga advierten que los niños y, sobre todo, las niñas, están siendo utilizadas y «sexualizadas» como medio para vender productos. En una sociedad en la que la pederastia acecha en cualquier rincón, sexualizar a los menores presentándolos como moneda de cambio es muy grave y peligroso.
Esta conducta se ha desarrollado de un modo sutil hasta el punto de normalizarse y pasar desapercibida en la mayoría de las veces, como ocurre con los programas para niños estadounidenses cuyas protagonistas visten y viven de manera inapropiada para su edad, sus inquietudes vitales son profundamente mercantilistas, enfocadas especialmente en la apariencia física y que presentan como normal y apetecible un estatus socio económico que se encuentra muy por encima de la media. De esta manera, como denuncia la psicóloga Olga Carmona, «Las niñas van asumiendo con naturalidad perversa su condición de objetos sexuales».
Se está socializando a las niñas de un modo machista desde la infancia, con sutileza; asumen con naturalidad su condición de objetos sexuales, el convencimiento de que la sociedad las valorará en función de lo atractivas que resulten para los hombres. De este modo será más sencillo tener después una generación de mujeres pasivas que viven para satisfacer las expectativas de un mundo dominado por hombres.
Serán mujeres frágiles, extremadamente vulnerables, inmersas en una batalla constante consigo mismas, de la cual es imposible que salgan victoriosas. Las niñas invierten su tiempo y energía en cultivar su imagen antes que su intelecto. Al aspirar a parecerse a esos modelos creados por una sociedad de consumo, delgados, triunfadores, ricos y famosos, los niños acaban infravalorándose y surgen problemas de autoestima que les empujan a comer menos cayendo en trastornos de la alimentación y a buscar dinero rápido con prácticas como el sexting por dinero, para poder comprarse esos caprichos que sus padres no se pueden permitir.
La publicidad, la industria de la moda, el cine, los juguetes y la televisión presentan estereotipos de niñas ligadas a lo rosa, la moda, las compras, la belleza, la delgadez extrema y la frivolidad. ¿Cuáles son las consecuencias?. Los objetivos de las chicas de la segunda mitad del siglo XX eran tener éxito en los estudios, ser valoradas como personas y crearse su propio camino profesional, mientras que el objetivo de las niñas de hoy es tener un buen físico aunque para ello tengan que pasar por el quirófano. El aumento de pecho es uno de los regalos más pedidos por las niñas, hay un alarmante aumento de niños a dieta y niños que empiezan entre los cinco y los nueve años con trastornos de la alimentación como la anorexia y la bulimia.
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Desarrollo sexual
Ha aparecido el concepto de pre-adolescencia para designar la precocidad en la aparición de ésta. Los niños se están saltando etapas de su desarrollo sexual necesarias para que su sexualidad se desarrolle de manera sana. Ésta pre-adolescencia es más patente en las niñas debido a las características de su sexualidad.
Roy Baumeister es un psicólogo norteamericano conocido sobre todo por su trabajo sobre la plasticidad sexual de la sexualidad femenina. Según Baumeister, las mujeres son más plásticas eróticamente que los hombres, es decir, que su desempeño sexual está mediatizado por cuestiones culturales. La mujer tiene una sexualidad mucho más versátil que la del hombre con una excepción: la sexualidad del hombre es muy dependiente del contexto en edad infantil o adolescente, mientras que la sexualidad de la mujer lo es durante toda su vida. Es decir, la sexualidad de la mujer depende más del contexto que la del hombre.
Las prácticas sexuales de las mujeres están mucho más determinadas que en el caso de los hombres por su educación y religión. Asimismo, el sexo está impulsado por factores socioculturales, interpretaciones, contexto, expectativas, etc. Para la mujer, saber qué significa un acto sexual determinado y qué comunica es centralmente importante para la experiencia sexual, a diferencia del hombre, para el que el sexo no tiene por qué significar nada en absoluto. Al influir el contexto durante toda su vida, no sólo se manipula a la niña, sino al adulto familiar que también debería ser su modelo a seguir.
Soluciones al problema
Una de las concursantes de Toddlers and Tiaras, Ava, tiene 22 meses. Su madre se defiende así ante las cámaras. «Hay mucha gente que me ha criticado por inscribir a mi hija en estos concursos. Pero, ¿saben qué? A quién le importa. Es mi hija y hago lo que quiera con ella».
Si las mujeres adultas que debemos ser el modelo de nuestros familiares menores no nos liberamos del patrón de hipersexualización al que se nos está sometiendo, someteremos a su vez. El canon de belleza femenino actual está íntimamente ligado a ser sexualmente deseable. Y para serlo, se debe tener un físico determinado, una conducta determinada, una ropa determinada. Las mujeres luchan para conseguir ese ideal comprando los productos pero no lo consiguen. Esa es la trampa: se vende un ideal inalcanzable. Y aunque algunas lo consigan, es un ideal perecedero, la edad acabará con él.
En una sociedad en la que la mujer ha conseguido las riendas de su vida, el único modo de volver a someterla era haciéndole ver que sólo tiene valor si es sexualmente deseable y si no, su valor desaparecerá. Depende, por lo tanto, de la aprobación y valoración masculina basada en unos parámetros que no son acordes con la naturaleza femenina. La mujer acaba frustrada porque por mucho que lo intente, nunca consigue el ideal y si llega a conseguirlo, será por un tiempo limitado. Su autoestima se rompe.
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Los niños aprenden por imitación, buscan modelos a los que imitar; si los modelos que se les presentan son éstos, si la sociedad les hace ver que el sexo es una moneda de cambio, que lo único que importa es el dinero, ellos adoptarán el modelo. Es esencial que los padres y otros familiares sean conscientes de los modelos que se están presentando a sus niños y los contrarresten con otros modelos más sanos.
Si no queremos que la autoestima de los que nos toman como modelo se rompa como rompieron la nuestra, debemos acabar con esta tendencia hipersexualizadora empezando por nosotros mismas.
«Por fin» – Pablo Alborán
3 comentarios
y antes con los taparrabos no habia hipersexualidad?
Peor que eso sería que acabaran con esto prestándose a la PROSTITUCIÓN.
Este reportaje da miedo porque es tan cierto como que la niñez cada vez se hace más corta y lo más triste es que no tienen la culpa los niños, si no los adultos que los guiamos a una apariencia y a un consumo lejos de la edad que les corresponde.