
La obsesión tras la ruptura sentimental
Diversos voluntarios fueron sometidos a un experimento consistente en medir sus respuestas cerebrales cuando se les mostraba una fotografía de una pareja que les había rechazado.
Los investigadores observaron que se activaban las mismas zonas cerebrales relacionadas con las conductas adictivas, como el juego, el tabaco o el alcohol, y también las áreas donde se gestan los pensamientos obsesivos, algo que sucede cuando bajan los niveles de serotonina.
La deficiencia de este neurotransmisor que el cuerpo crea a partir del triptófano, puede causar un tipo de depresión caracterizada por tristeza, irritabilidad o estallidos agresivos, ansiedad, problemas de sueño y obsesiones. Cuando somos abandonados, podemos llegar a experimentar los mismos síntomas.
¿Por qué sucede ésto?. El cerebro busca sentir el mismo placer que sentía cuando estábamos con esa persona y el recuerdo lo mantiene, en cierto modo, vivo. El problema aparece cuando no podemos controlar esas emociones y acaban convirtiéndose en una obsesión.
La química del amor
Según Walter Riso, la mujer es cinco veces más propensa a depender emocionalmente, mientras que los hombres son diez veces más predispuestos a la dependencia sexual. Aunque uno sea al afecto y el otro al sexo, las reacciones químicas que se producen en el organismo son las mismas: las que corresponden a una adicción.
Cuando estamos enamorados segregamos tanta serotonina como las personas con trastornos obsesivo compulsivos. La serotonina es un neurotransmisor que cumple distintas funciones, una de ellas el equilibrar el deseo sexual. Interviene en otros neurotransmisores responsables del anhelo, la euforia y las fijaciones mentales. Nos enamoramos y el cerebro se llena de feniltilamina secretando a su vez dopamina (neurotransmisor que impulsa a repetir comportamientos que proporcionan placer) y oxitocina o molécula del amor.
Con el tiempo, generalmente tres años, los receptores de la dopamina comienzan a perder su sensibilidad y dejarán de responder del mismo modo. La relación entrará en una nueva fase: la de la consolidación gracias a la oxitocina o a la de la decadencia y la ruptura por falta de un vínculo afectivo real.
Cuando la ruptura se produce antes de esos tres años o por la voluntad de uno de los miembros cuando el otro no lo desea, experimentamos los mismos procesos químicos que cuando estábamos enamorados, es decir, sufrimos una adicción.
Síndrome de abstinencia
Generalmente, la persona que ha sido dejada, experimenta un síndrome de abstinencia más o menos severo que puede caracterizarse por pensamientos obsesivos en los que se magnifica al otro y los buenos momentos olvidando los malos, angustia, desesperación, ansiedad, tristeza, ganas de llorar, insomnio, episodios alternos de odio y amor, intentos desesperados por retomar la relación, por saber del otro o por mantener el contacto, etc.
Lo normal es que, pasado un tiempo determinado que variará dependiendo de cada persona, la abstinencia desaparezca, pero si el que lo sufre es dependiente emocional, los síntomas serán muy fuertes y más duraderos. El dependiente da vueltas y vueltas a la cabeza, insiste, se aleja, se acerca, presiona, ama, odia y ama de nuevo, atrapado en un bucle insano y enfermizo que parece no tener fin.
[the_ad id=»24093″]
Es necesario observar los síntomas para detectar si nuestro comportamiento traspasa los umbrales de la normalidad, no sea que nos estemos deslizamos por la pendiente de la obsesión enfermiza que acabará lastimándonos profundamente y también al objeto de nuestro deseo.