
El derecho a una vida sexual plena después de los 60
Los datos son contundentes. Según un estudio del 2013 de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG,) en España el 62,3% de los hombres y el 37,4% de las mujeres mayores de 65 años se declaran sexualmente activos. Si consideramos que en nuestro país hay casi 7 millones de personas mayores de 65 años (de los que más de dos millones y medio son mayores de 80 años) y que en el año 2050 habrá en la Unión Europea más de 58 millones de personas mayores de 65 años podremos darnos cuenta de la importancia de una sexualidad sana y satisfactoria.
¿Sexualidad Sana?
En EEUU, se ha creado una alarma social porque los ancianos están contribuyendo a la trasmisión de enfermedades venéreas. The New York Times revelaba en un artículo titulado Sex and the single senior, que según The Department of Health and Human Services, entre el 2007 y el 2011 los casos de clamidia aumentaron un 31% y los de sífilis un 52% entre mayores de 65. Cifras similares a las que se dan entre la franja de población de entre 20 a 24 años.
Según The National Survey of Sexual Health and Behavior, el uso de preservativos disminuye en la tercera edad de un modo alarmante. Solo en un 6% de los encuentros sexuales entre mayores de 61 se usa el preservativo, en comparación al 40% de coitos con protección entre los estudiantes norteamericanos debido a que no hay ningún temor a dejar embarazada a la mujer. Los españoles no son más responsables, todavía recuerdo un documental en el que ancianos que solicitaban habitualmente los servicios de prostitutas afirmaban que no había peligro porque la chica parecía limpia.
The New York Times consideraba que los factores que favorecían esta actividad sexual eran la mejor calidad de vida, fármacos como la Viagra y el hecho de que muchos vivan en residencias, donde pueden conocer a personas de su misma edad con las que mantener relaciones sexuales.
¿Sexualidad satisfactoria?
Puede que las residencias norteamericanas sean más permisivas con la vida sexual de los residentes pero no es el caso de las residencias españolas según exponen Laia Solichero Morán (URV) y Luis Fernando Valero Iglesias (URV) en su interesante estudio La sexualidad en la edad madura. Una aproximación. Muchas residencias de mayores y geriátricos privan a los residentes de sus derechos sexuales, condenándoles al celibato.
En estos lugares no existen previsiones con respecto a la necesidad de aislamiento y privacidad. Los residentes viven en comunidad, sin apenas intimidad, y la posibilidad de relaciones sexuales es un tema tabú no contemplado, como si la manifestación de su sexualidad y los beneficios terapéuticos del sexo les estuvieran vedados. Debes mantener relaciones sexuales clandestinas como si cometieran un pecado, e incluso los matrimonios que viven en la misma habitación deben soportar que entren en su habitación violando su intimidad. En muchos centros no se permiten visitas en las habitaciones e incluso les restringen las visitas en los lugares comunes del centro.
El tener que mantener relaciones sexuales en clandestinidad como si estuvieran cometiendo un pecado refuerza los sentimientos de culpa que ya arrastran por una educación restrictiva en su infancia y juventud. A las culpas del pasado se suman las del presente por culpa de una sociedad que les señala con el dedo y les condena.
Tópicos perniciosos de la sociedad
Todos los encuestados consideran que el sexo es muy valioso e importante en su vida pero temen la desaprobación de sus familiares y la burla de la sociedad que les estigmatiza. A partir de una determinada edad una persona no puede manifestar deseo sexual porque es considerado un viejo verde, alguien promiscuo, indeseable, perverso, incluso ridículo.
Las mujeres deben luchar con una sociedad que les obliga a ser bellas, que asocia belleza a valor, belleza a deseo. Muchas han crecido pensando que sólo eran deseables si eran hermosas, perfectas según el ideal de belleza social. Al llegar a la madurez su autoestima sufre un duro golpe, se deprimen, se sienten poco atractivas y por ende, menos deseables. Y cuando desean, al igual que al hombre, se las ridiculiza. Se hacen chistes sobre su cuerpo poco atractivo, sobre su coquetería, sobre sus apetencias sexuales como si fuesen ridículas o inapropiadas.
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Las personas mayores deben enfrentarse a unos tópicos perniciosos que minan su autoestima y castran su sexualidad:
1. La vida sexual de una mujer termina con la menopausia.
2. Las personas son totalmente heterosexuales o totalmente homosexuales.
3. Las personas mayores no tienen deseos sexuales.
4. Las personas mayores no pueden hacer el amor, aunque lo deseen.
5. No son físicamente atractivas, luego, no son sexualmente deseables.
6. La idea del sexo referida a la persona mayor es escandalosa y perversa.
El derecho a una sexualidad plena
La Organización Mundial de la Salud define » la sexualidad como un aspecto central del ser humano, a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se viven o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales.» Como vemos, la OMS considera la sexualidad como un aspecto central del ser humano durante TODA su vida, abarcando, por lo tanto, la vejez.
La sexualidad es un sistema de vida humana que se compone de cuatro características que interactúan entre sí y con otros sistemas en todos los niveles del conocimiento, en particular en los niveles biológico, psicológico y social. Esas características son el erotismo, la vinculación afectiva, la reproductividad, el sexo genético y el sexo físico.
Hay que entender que la actividad sexual no es lo mismo que la actividad coital. La sexualidad está conformada por estas características y niveles que experimentan unos cambios según la edad de las personas. Por ello es tan importante que la sociedad tome conciencia de los cambios que se experimentan en cada etapa vital para que vivamos una sexualidad satisfactoria en todas las etapas de la vida.
En términos biológicos no hay una edad límite para gozar del sexo ya que, salvo disfunciones concretas, una persona de 90 años puede ser sexualmente activa. Según la ginecóloga, sexóloga y directora del Institut Clinic de Sexología, de Barcelona, Francisca Molero, coordinadora de la guía Sexo y Vida más allá de los 50, los principales impedimentos para seguir con la actividad sexual en la tercera edad son: “No tener pareja, las enfermedades crónicas, ciertos fármacos y sobre todo la actitud. Mucha gente todavía tiene asumida la idea de que con la vejez el sexo se acaba. Los hombres, si empiezan a tener gatillazos más a menudo, suelen coger miedo y muchas veces evitan las relaciones sexuales por temor a no estar a la altura, lo que les produce una gran ansiedad. Pero hay soluciones y la medicina ha avanzado mucho en este campo. La disfunción eréctil no es algo que venga irremediablemente con los años, ni que una vez que se tiene, sea ya para siempre”.
Según Francisca Molero, «no se tiene muy claro el papel de las hormonas en el deseo, pero si en el estado de los genitales. La falta de estrógenos en la mujer puede provocar sequedad vaginal, pero ésta se soluciona con estrógenos locales, en forma de óvulos que se ponen dos veces por semana”. Es esencial que las mujeres cuiden sus genitales con hidratantes vaginales o vulvares, ejercicios kegel, y ambos sexos hagan ejercicio físico, coman comida sana, eviten el aburrimiento y no fumen ya que según Molero, el tabaco es el aliado perfecto de la disfunción eréctil y de los problemas de excitación en la mujer.
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Como vemos, el nivel biológico es un obstáculo cada vez más salvable puesto que los avances médicos permiten que determinadas disfunciones pueden ser superadas. Sin embargo el nivel Psicológico relacionado con los procesos emocionales, motivaciones, de aprendizaje, afectivos, adquisitivos, de personalidad etc., implicados en la estructuración de la vivencia sexual y el nivel Social relacionado con los procesos y fenómenos que hacen parte del ser humano como ser social y que contribuyen al aprendizaje social de una determinada forma de vivir la sexualidad, parecen ser todavía un asunto pendiente.
Educar a la sociedad, educar al individuo
No es de extrañar que temamos a la vejez. Aceptar los cambios de nuestro cuerpo y, sobre todo, la repulsa de quienes olvidan que el tiempo pasa para todos, no es fácil. Es esencial educar a la sociedad para que acepte y respete la sexualidad como un derecho del individuo, así como educarnos para solventar los problemas que pueden presentarse en todos los niveles de la misma.
Dar clases de educación sexual a los jóvenes pero no a las personas maduras o a las ancianas es un error ya que éstos no tienen por qué haber recibido una educación sexual correcta. Ya hemos visto, por ejemplo, que ha habido un aumento preocupante de transmisión de enfermedades venéreas entre mayores de 65 años motivado, en parte, por no usar preservativos. Eso debería ser un síntoma inequívoco de su desinformación sobre aspectos importantes de las relaciones sexuales hoy en día.
No hay más que leer estudios como el de Shere Hite para saber que la educación sexual ha sido durante muchos años estricta y restrictiva, fuertemente influida por la moralidad y la religión. Las mujeres sufrieron más que los hombres esa educación perniciosa en la que se asociaba el sexo con la procreación y que argumentaba que sentir placer por el simple hecho de experimentarlo era amoral, más si cabe cuando sólo lo sentía la mujer, siendo éste el motivo por el muchas mujeres de tercera edad confiesan que la masturbación les parece algo inmoral o sucio.
La sexualidad no sólo cumple una función reproductiva, también cumple una función erótica placentera y una comunicativa afectiva. La primera función nos permite disfrutar del placer, el goce sexual y erótico; la segunda, nos permite establecer un vínculo afectivo, una relación enriquecedora y experimentar un sentimiento de alegría, vitalidad y amor por nosotros mismos y por el otro.
Hay que romper tópicos perniciosos y abordar la sexualidad desde una óptica positiva para que todos podamos disfrutar de uno de los derechos inherentes al ser humano.
«Doom and Gloom» – The Rolling Stones
2 comentarios
Eso es, a follar hasta el fin de nuestros días. Como tiene que ser
Si no nos liberamos de jóvenes, que difícil hacerlo de mayores. Jagger no sirve de ejemplo…es de otro mundo.