
Nos miramos sonrojados. Es la primera vez que nos planteamos esto en serio. Habíamos hablado del tema, habíamos pasado de puntillas por encima de él. Pero lo cierto y verdaderamente importante es que nos apetece, novatos pero deseosos, no hay morbo. Nos conocemos desde hace tiempo y es lo que queremos hacer. Nadie nos va a juzgar.
Nos quitamos la ropa muy despacio los tres. Aunque nuestra intención es terminar juntos en un orgasmo, la extrañeza es latente en esta situación. Víctor besuquea mi espalda descendiendo suavemente mientras yo me acomodo sobre Fer. Está claro que queremos transmitirnos tranquilidad, seguridad y la sensación de que no estamos haciendo nada malo.
Cuatro manos me acarician y me hacen consciente de cada milímetro de mi piel que desprende fuego. Fer se dedica a lamer y succionar uno de mis pezones y Víctor hace lo mismo con el otro. Fer continúa besando mi vientre y el interior de mis muslos. Acompasamos movimientos entre gemidos y jadeos que llenan el ambiente del sonido del sexo. Nos centramos sólo en nosotros, se centran en mí.
Fer se coloca debajo y lengüetea mis pliegues empapados muy despacio. Víctor acerca su erección a la altura de mis pechos y yo la aprieto y me dedico a masturbarlo con ellos. Empiezo a sentir un cosquilleo que me hace desear más y sin pensarlo, meto su pene en mi boca y humedezco toda su longitud ayudándome con la mano. Víctor resolla sofocado, su mirada brilla y no logra desviar sus ojos de mi lengua que esparce saliva por mis labios.
Estoy cerca del clímax y decido frenar para seguir disfrutando del momento íntimo e intenso. Cojo un preservativo y tumbo a Fer en la cama, se lo pongo y me subo encima introduciendo su tiesura en mí. Comienzo a cabalgar. Muevo las caderas con tal ritmo que lo hago blasfemar. Aceleramos los dos, siento un calor potente, palpito y mi interior se convulsiona en cada embestida. Alargo las manos y hago círculos en sus pezones con las yemas de los dedos. Me penetra con tanta fuerza que le clavo las uñas en su pecho empapado de sudor. Gime. Los muslos me arden, su erección llena por completo mi abertura.
Miro a Víctor y veo que se está tocando despacio. Entrecierra los ojos pero sigue observándonos con lujuria. Se acerca y se llena las manos con mis pechos. Mis pezones están a punto de explosionar. Se agacha un poco para colmarme el cuello de besos y morder mis salientes.
Fer ha disminuido el compás. Debemos readecuar la secuencia. Víctor se acerca a mi oído y me susurra que también quiere estar dentro de mí. Su tono consigue excitarme aún más. Quiere que me corra a gritos estando ambos en mi interior. Siento su boca en mi nuca y su dedo entreteniéndose alrededor de mi ano. Le facilito la maniobra reduciendo el ángulo que me separa del cuerpo de Fer. Ahora es más placentero. Mi clítoris se roza con su vello y abordo su boca para adentrarnos en un beso en el que los dientes chocan y las lenguas luchan.
El dedo de Víctor entra por completo y profundiza. Con la otra mano sigue tocándose y de vez en cuando acerca su pene a mis nalgas, hasta que se cansa de jugar como suplente.
Fer y yo ralentizamos nuestra cadencia. Víctor empuja hasta que la cabeza de su verga empieza a colarse. Me duele, y, al quejarme, la saca para humedecerla con saliva y volver a intentarlo. Esta segunda vez introduce varios centímetros de golpe. Me molesta, pero a medida que pasan los segundos la sensación es placentera. Fer ha salido de mí para que me acostumbre al contacto con Víctor.
Estoy muy agitada y no quiero parar. Fer se me acopla nuevamente y me penetra. Permito el movimiento pensando en los dos. Lo hacemos poco a poco. Fer me agarra las caderas y yo marco el ritmo. Uno hacia adentro y otro hacia afuera. No hay palabras que describan esta sensación. Me encanta. Dos hombres poseyéndome a la vez. Gemimos, sudamos y suspiramos al unísono. Noto la descarga que me recorre la espalda hacia la entrepierna. Voy a correrme enseguida. Aligero el movimiento y ambos arremeten con más brío. Mis pezones erectos quedan a la altura de la boca de Fer que los muerde hasta hacerme daño, pero me gusta. Me inclino cada vez más para que la mezcla de dolor y deleite me lleven al orgasmo. Lo alcanzo en pocos segundos, y ellos me siguen. Mi cuerpo se arquea intentando mantener la sensación el máximo tiempo posible. Grito. Mis amantes alternan jadeos y gruñidos.
Apoteosis final, delírium trémens, amazing culmination.
© Arancha García
«Ni un segundo»– Malú
7 comentarios
ME GUSTARÍA PUBLICAR UN RELATO QUE ESCRIBÍ, POR ESTA PAÁGINA ES POSIBLE?
Relato que te trasmite intensidad y que te pone en situación, me hubiera gustado que hubiera durado un poco más.
Todos los relatos de esta autora son muy buenos y este no podía ser menos…
Enhorabuena también en el trío 😉
Un trío de novatos que enseguida entran en materia….
Muy excitante !!
Siempre sueño con esta fantasía…
Me encantaría poder llevar a la práctica este relato tan sugerente, mis felicitaciones a la autora.
Super caliente, transmite muy bien las delicias de un trío…
Un relato cargado de erotismo del bueno 😉