¿En qué momento de mi vida me di cuenta de que buscaba experiencias sexuales diferentes a las del resto? Respuesta complicada, más viniendo de una persona cuanto menos especial que tenía como objetivo disfrutar y saborear al máximo cualquier acontecimiento vital y sacar el mayor rendimiento de todo lo vivido y experimentado.
Siempre fui distinta en el más amplio sentido de la palabra. Nunca encajé en el papel de niña buena que hace y dice lo esperado. Algo dentro de mí se revelaba constantemente. Era como si día a día necesitara más, más respuestas, más vivencias, más.
Conocí a Paco en una visita guiada a un museo. He de admitir que a primera vista no me llamó la atención. Fue a la salida cuando, al rozarnos mientras dejábamos nuestras respectivas acreditaciones, surgió la chispa.
Era moreno, alto, fuerte y bastante guapo. Tenía un aire chulesco que le hacía interesante.
Salimos ambos en la misma dirección y entablamos una conversación intrascendente sobre lo que había sido la exposición. La charla se fue tornando más animada y decidimos tomarnos una cerveza antes de volver a nuestras obligaciones. Una copa llevó a otra y, sin darnos cuenta, se había hecho de noche y estábamos medio borrachos. Habíamos hablado de nosotros, de nuestros trabajos y de nuestras vidas en general, había química. Me sentía muy a gusto con él y me pareció percibir lo mismo por su parte.
Pasadas las diez de la noche, eché un vistazo al reloj y decidí que era momento de marcharme. Paco me lanzó una mirada lasciva y seguidamente me preguntó si quería tomar la última en su casa. Oh Dios! Sabía lo que aquello significaba y aun así me moría de ganas por seguir adelante. Por un momento pensé que estaba completamente loca por ir a casa de alguien que había conocido aquella misma tarde. Pero no dudé y le seguí.
No hubo tiempo para el juego previo. Ambos queríamos disfrutar. Nuestras miradas lo decían todo. Paco empezó lamiendo discretamente el lóbulo de mi oreja y un escalofrío recorrió mi espalda. Me preguntó entre susurros qué era lo que me gustaba que me hicieran. Las palabras salían con dificultad de mi boca. Entre suspiros y leves gemidos conseguí responder. Fui breve y concisa. Sólo quería gozar.
Esa misma noche experimenté la sensación de ser sumisa. Le pedí que me vendara los ojos, e instantáneamente todo mi sexo ya estaba humedecido. Mis pezones estaban preparados para rayar diamantes y mi respiración comenzaba a agitarse exageradamente. Recuerdo que por un instante me tambaleé. Es difícil mantener el equilibrio en semejante estado y más con los ojos tapados. Sentía su cuerpo y su aliento muy cerca de mí, pero no podía tocarle, esas eran las reglas. Saboreó mis pezones con deleite y después siguió ascendiendo con su lengua por mi cuello hasta llegar a mi boca. Nuestros labios se rozaron tímidamente hasta que él introdujo su carnosa lengua en mi interior. El sabor salado de su saliva templada hizo que mi lengua se enroscara desesperadamente con la suya. Más que besarnos, nos devoramos sin poder frenarlo. Me ordenó que me sentara y que siguiera en absoluto silencio. Separó mis piernas con determinación y me acarició mi sexo mojado hasta introducir su dedo corazón en mi interior. Lo hizo una y otra vez. Después, dos dedos, luego tres…. Estaba empapada. Mis dientes apretaban tan fuerte mi labio inferior que llegué a morderme al intentar sofocar tanto placer. Paladeé pequeñas gotitas de sangre caliente con sabor metálico. De pronto su pene rozó mi boca. Quería chuparlo, sentirlo, acariciarlo con mi lengua y libar el líquido agridulce que salía de su glande. Estaba tremendamente excitada y aturdida de tanto placer.
Bruscamente me sujetó por los brazos y tiró de mi dejándome desorientada. No sabía a dónde me conducía ni qué quería de mí. De pronto se paró y tropecé con su maravilloso cuerpo desnudo. De nuevo esa magnífica sensación de calor inundó todo mi cuerpo.
Se tumbó en la cama boca arriba y me colocó hábilmente a horcajadas sobre él. Mi sexo buscaba desesperadamente el roce con su pene erguido. Sólo se escuchaban leves gemidos y el sonido de la carne húmeda frotándose. Era extremadamente erótico, tanto que el orgasmo empezó a sacudirme y no pude parar.
Me corrí en silencio, mientras mi amante colocaba su dedo pulgar en mi clítoris para hacer más pronunciado el clímax. Fue demoledor, no podía parar. Corrientes salvajes de puro placer subían y bajaban desde mis pies a mi cabeza y viceversa.
Cuando empezaba a disminuir la intensidad de mi descontrol, acercó su dedo a mi boca y me pidió que saboreara mi sexo. Delicioso, mi lengua succionaba mi sabor y me devolvió al erotismo más absoluto. Sabía a salitre, tenía un gusto muy especial. Me encantó.
Obviamente él se dio cuenta y se excitó todavía más. Sujetó mi mentón con fuerza mientras continuaba introduciendo su dedo pulgar en mi boca, alternándolo con toques muy diestros alrededor de mi vulva empapada.
Me corrí por segunda vez y todavía no me había penetrado. Yo continuaba con los ojos tapados y disfrutaba con más intensidad de cada uno de mis orgasmos que parecían no acabar nunca.
Volvió a sorprenderme cuando me dio la vuelta y me tumbó en la posición que él ocupaba hasta hacía unos segundos. Me separó las piernas con una mezcla entre necesidad y desesperación y comenzó a besar la cara interna de mis muslos con suavidad. Notaba su respiración y me hacía cosquillas. Mis caderas se arqueaban buscando el roce de su boca con mi sexo. Su aliento caliente acercándose cada vez más a mi abertura erizaba el vello de mis piernas y me hacía respirar de manera entrecortada. Su lengua dibujaba círculos delicados en mi clítoris y yo me retorcía de placer. Saboreó cada milímetro de mi entrepierna y consiguió que un tercer orgasmo me asaltara repentinamente.
No recordaba haber disfrutado tanto en toda mi vida. Tenía esa maravillosa sensación de placer inagotable que hacía que mi cuerpo casi flotara.
Pero no terminó ahí. Nuevamente cambiamos de postura y yo seguí con los ojos tapados. Paco se colocó en posición horizontal sobre su cama y me obligó a quedarme de rodillas en el borde del colchón. Guió mi mano hasta su pene e hizo lo mismo con mi cara indicándome que le chupara a la vez que le masturbaba. Comencé despacio e introduje su falo en mi boca de una forma muy sensual, muy húmeda. Recorrí toda su longitud con el borde de mis dientes y al sacarla lo hice con suavidad y llenando de saliva todo su recorrido. Noté de nuevo su sabor, succioné con delicia las finas gotas de líquido que salían de su glande y cuyo gusto se mezclaba con la sazón de mi saliva. Sencillamente, un manjar.
Notaba su respiración acelerada y escuchaba sus gemidos placenteros que se fueron haciendo más fuertes a medida que mi mano sacudía con más brío su sexo y mi lengua lo recorría insistentemente.
Mi posición le permitía acariciar mi espalda y mi nuca. Poco a poco su mano descendió hasta llegar a mi trasero y hábilmente introdujo su dedo pulgar en mi ano. La primera sensación fue extraña, pero he de reconocer que me excitó aún más si cabe y continué mi cometido con ahínco. Jadeábamos los dos, sudábamos, estábamos muy excitados.
Cambié de postura y me coloqué encima de Paco, pero dándole la espalda. Estaba totalmente expuesta a él. Seguí chupando con vigor y el masturbándome desde atrás. Acerqué mis pechos a su pene y se corrió frotándose entre ellos. Fue increíble. Sus dedos continuaban en mi interior y yo también me dejé ir. Me desplomé entre sus piernas sintiendo el placer más absoluto. Los dos empezamos a controlar nuestra respiración y por fin me quité el antifaz.
Fue una experiencia única y hasta el momento irrepetible. No volvimos a vernos, pero algo tan intenso, con alguien a quien acabas de conocer, es complicado de olvidar. Degusté el sexo como nunca lo había hecho hasta ese momento. Sigo buscando el deleite y el placer de mis sentidos.
© Arancha García
«Ahora Tú»– Malú
21 comentarios
Buen relato. Excelente. Simplemente HOT.
inspirador. puro y para nada vulgar. exquisito!! no se porq me imaginaba en cada parrafo yb sin imaginarme ninguna persona en particular!!! esto es ujn sueño de experiencia.
Me encanto él relato me sentí metida en él completamente me encara la manera tal cual y como se expresa la escritora ??????
Tremendo lo imagine todo uuufff
GUUUUUAOOOOOO QUE EXITANTE…
Guauuuu uno de los relatos más excitantes que he leido, son el tipo de experiencias sexuales que al leerlas te imaginas en el papel de la protagonista… Fascinante!
Excelente el relato, te hace sentir como si vivieras ese momento. Arancha sigue publicando más relatos
Bua¡¡ Impresionante, ya había visto algo de Arancha García en esta web y sigue con un nivel altísimo. Me encanta su determinación y como consigue trasladarte a la escena. Un detalle que me ha encantado, …. «sabor metálico»….. muy buen recurso. Enhorabuena¡¡¡
Fantástico el relato !!! como otros que he leído de Arancha García en SEXOLOGICOS.
Para mi gusto este es el mejor.
Un relato erótico su-bli-me !!
🙂 Buenísimo !!
Se lo voy a leer a mi novio para disfrutarlo juntos como preliminar …
Ojalá yo supiese escribir con esa sensualidad o poder contar algo así de erótico al oído, que además pone muchísimo…
Enhorabuena A. García !
Me encantó el relato !!!!
Apasionado y muy húmedo…..
Si un relato erótico lo consigue, la escritora es …. 10 !!!
Me gusta mucho la novela erótica y encuentro en este relato todo lo que busco 🙂
Es un relato tan descriptivo…. todos los sentidos en juego, el tacto que se hace de rogar, que te hace sufrir….desear
El sabor del sexo, una delicia
Bravo Arancha García !
Tiene algún libro erótico esta escritora ?
Muy bueno, como tiene que ser un relato erótico, bien explícito …..
Me encantó este relato ! Que intensidad….
He leído alguno más de A. García en esta revista y la verdad es que me gusta mucho su forma de escribir el relato erótico, es directa y muy descriptiva.
Una noche inolvidable …… para mí también.
Un relato erótico magnífico !!
Qué bueno !!!
Muy erótico y sensual, muy buena la escritora.
Intenso, caliente ….. muy caliente, lo sientes.
Un relato buenísimo !
Uffff !! que relato tan hot, me gusta mucho la forma de escribir de Arancha García 🙂