Felipe IV de España, Rey de España, Portugal, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, Duque de Milán, Soberano de los Países Bajos y conde de Borgoña, conocido también como el Rey Planeta, tuvo grandes pasiones en su vida. Aunque algunos historiadores afirman que clasificar a Felipe IV como monarca entregado a sus placeres y gobernado por validos es un tópico, lo cierto es que las pasiones terrenales le arrastraban.
Conocida por todos era su pasión por la caza y los toros, así como por las artes. Mecenas, su colección de pintura fue la mayor de su tiempo: Rubens, Rafael, Mantegna, Durero, Tiziano, Veronese, Tintoretto, Ribera, Zurbarán, Van Dyck, Reni, Annibale Carracci, Barocci, Lanfranco, Domenichino, Poussin, Claudio de Lorena… por no hablar de la protección que dispensó a Velázquez durante 40 años. El rey tenía otra pasión a la que se dedicaba con igual entrega: las faldas.
Pasión por las faldas
Las cocineras y camareras temblaban cada vez que el rey bajaba a la cocina porque nada parecía apagar el apetito de su señor. Cuenta Luis Reyes en la revista Tiempo, que Las crónicas de Madame D’Aulnoy en las que se narraba las aventuras sexuales del rey daban detalles escabrosos como que pagaba a las prostitutas 20 escudos, una cantidad tan ridícula para un soberano que muchas se enfadaron ante tamaña afrenta. A nadie parecía escandalizar tal afirmación, la vida sexual del rey era conocida por el pueblo. Incluso se escribían sonetos como éste de Antonio de Zayas, duque de Amalfi: «Oculta el traje que severo luce / de amor y gloria devorante fuego / que de sus noches el placer inquieta».
Nada parecía poder interponerse entre la pasión del rey y el objeto de su deseo, por eso, según Marañón, cuando la reina estaba embarazada, el conde-duque de Olivares tenía que proporcionarle mujeres para que aplacaran su “devorante fuego” y no incordiara a la reina poniendo en peligro el embarazo.
Descendencia legítima
No es de extrañar que con semejante pasión la descendencia legal de Felipe IV fuera tan numerosa:
Se casó en 1615 con Isabel de Borbón (hija de Enrique IV de Francia). Fue un matrimonio de Estado ya que los prometieron cuando él sólo tenía 6 años.
La falta de amor no impidió que cumpliera con sus obligaciones maritales y le diera siete hijos, aunque sólo dos llegaron a adultos.
María Margarita, Margarita María Catalina, María Eugenia, Isabel María Teresa, Baltasar Carlos, María Ana Antonia y María Teresa.
Isabel falleció en 1644 y se ajustaron nuevas nupcias en 1647 con su sobrina Mariana de Austria, hija de su hermana María Ana de España y el emperador Fernando III de Habsburgo. El hecho de que fuera su sobrina no supuso impedimento para ponerse a la labor de dar heredero para la corona y con ella tuvo cinco hijos: Margarita, María Ambrosia de la Concepción, Felipe Próspero, Fernando Tomás Carlos y Carlos, proclamado rey de España como Carlos II.
Doce hijos hubieran sido suficientes para cualquier padre pero parece que al rey planeta le supieron a poco: tuvo entre 30 y 60 hijos ilegítimos.