
Que no te duerman con cuentos de hadas
Joaquín Sabina
Debo reconocer que estaba deseando que pasara febrero, un mes en el que confluyeron tres acontecimientos planetarios de dimensiones apocalípticas, que riétete tú de la profecía maya de 2012. ¿Que no? ¡Escuchad!Noche cerrada del Viernes 13 de octubre de 1307. La luna se ha ocultado tras una nube para no contemplar la horrible infamia que está aconteciendo a sus pies. Los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, nobles caballeros templarios, protectores de peregrinos y custodios del Santo Grial, están siendo perseguidos y apresados, como vulgares rufianes. El Rey Felipe IV de Francia, endeudado con la orden y celoso de su poder y riquezas los ha acusado injustamente de paganismo y herejía. Las sádicas torturas se suceden hasta que los templarios confiesan agotados por el tormento. La mentira les condena a muerte mientras el Papa Clemente V mira, cobarde, a otro lado. Las hogueras devoran los cuerpos y el olor de su pelo, carne, músculos y huesos chamuscados impregna la ciudad hasta los cimientos. Frente a la Catedral de Notre Dame, arde vivo el último Gran Maestre de la orden, Jacques de Molay, que grita una maldición con su garganta llena de humo y llamas: «Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir. Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!… A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año…»
¡ZAS! Los dos muertos como cucarachas. Por eso, desde entonces, todos temen al Viernes 13, porque la maldición templaria flota en ese día como el humo espeso de las hogueras en las que ardían vivos.
Pa mí que los templarios no tienen nada en contra mía, pero vete tú a saber si no soy una tatatatatatatatatataranieta del Felipe y un Viernes 13 ¡ZAS! aplastada contra el piso o asfixiada por un insecticida. Y aunque uno no sea la tatatatatatatatatataranieta del Felipe o del Clemente, no digáis que el 13 no intimida: los 13 espíritus malignos de la Cábala, los ángeles de la muerte, el capítulo del Apocalipsis sobre el anticristo y la bestia, la Muerte en el Tarot… Sí, sí, llamadme supersticiosa, pero que levante la mano el que no ha mirado alguna vez debajo de la cama y dentro del armario. O a la que no le han echado las cartas, el péndulo o preguntado a la amiga medio brujilla para saber si el objeto de su deseo acabará enamorado de ella. «Tú crees que le gusto. Eh. Le gusto. Esa mirada significa algo. A que sí. Saldré con él, tía, saldré con él». Eso sí que es una pesadilla…
A mí lo de los ángeles caídos, la bestia y los espíritus de la muerte me da una grima… Mira cómo se burla la gótica seguidora de Lucifer con su camisetita del pentagrama invertido. Te digo yo lo que te ibas a hacer encima si se te presenta una noche de éstas. Sí, bonita, sí, enamorarse de una humana. No me hagas reír. Teniendo a mano a Is Dahut te va a preferir a ti.
Ya sé que en marzo también hubo un Viernes 13, pero el de febrero daba todavía más repelús porque se juntaba con un evento de inconmensurable horror que, por fortuna, sólo se dará una vez en la vida: el estreno de “50 Sombras de Grey”. Considerando que es una película sadomaso, lo más lógico es que la hubieran estrenado el mismo 14 para conmemorar la matanza ordenada por Al Capone o la propia leyenda del pobre San Valentín al que torturaron y decapitaron los romanos. Ah, no calla, que la del Grey no es sadomaso, sadomaso, sino BDSM romántica y no aparecen espaldas ensangrentadas, cruces de San Andrés, ball-gags, cepos ballstretcher con pinchos o un triste látigo. Bueno… lo cierto es que, con todos mis respetos, San Valentín tampoco es uno de los santos más sufridos del santoral, qué queréis que os diga. Le cortaron la cabeza y sanseacabó, nada que ver con San Hipólito al que descuartizaron los caballos, San Lorenzo asado a fuego lento en una parrilla, o Santa Catalina estirada en una rueda de ruptura ¡dónde va a parar!
Qué pelotas le echó, de todos modos.¡Pues no va el emperador Claudio II y prohíbe a los jóvenes casarse porque, según él, los solteros son mejores soldados! Eso sí que no, se dijo Valentín, pase que no se puedan casar si quieren ser curas…¡pero no para ser soldados! Así que se dedicó una temporadita a casar a diestro y… le cazaron. Fijaos si el hombre era válido, que no sólo estuvo al canto de un sestercio de convertir al emperador al cristianismo, sino que directamente lo consiguió con toda la familia de Asterius, un oficial romano. No es para menos, le devolvió la vista a la hija tras decirle Asterius algo así como «¡A que no tienes lo que hay que tener!». Ay, tenía lo que hay que tener pero de nada le sirvió cuando el emperador, como una vulgar reina de corazones, gritó: ¡Que le corten la cabeza!
La Iglesia se debatió presa de la duda. Casaba a las parejas contra el deseo del emperador y para eso hacía falta valor, pero le había devuelto la vista a una ciega, un milagro con todas las letras. Contra todo pronóstico, pesó más lo de casarse para procrear y fornicar con el beneplácito del Señor y le nombraron Patrón de los enamorados. Si llega a saber la que se lía con su heroicidad lo mismo hubiera pasado de casar a nadie: tarjetitas con Cupido (¡y qué si era dios romano!),regalos, ramos de flores, cenas románticas, polvos currados… Toooodo adornado con deformes círculos rojos… Un asco. Para mí, claro, que no tengo con quién celebrarlo. Porque, seamos sinceros, por muy mercantilista que sea la fiesta, ha calado en el subconsciente colectivo y si tu pareja no te regala nada o ¡peor! no la tienes, sientes en el centro del pecho una extraña congoja mezcla de melancolía, miedo a que se te pase el arroz y ganas de hacer el amor (¡OJO! no de follar, de hacer el Amor) que acaba transformándose lentamente en una insana y emponzoñada envidia que desemboca en amargura y mala leche.
Yo me negué a que me arrastrara y decidí celebrarlo a mi manera. Me hubiera encantado que fuera en mi restaurante favorito con los dos amores de mi vida, pero en mi chino no aceptan gatos y si los aceptaran no creo que fuese con buenas intenciones; y tampoco parecía que vieran con buenos ojos que pusiera sobre el mantelito de bambú a mi glamuroso vibrador; a fin de cuentas son chinos, no japoneses. Así que opté por dejarlos en casa con todo el dolor de mi corazón y salir a cenar sola para que todos supieran que soy una mujer independiente que no necesita a nadie a su lado. Craso error: allí me enteré del tercer fatídico evento planetario que caía en febrero de 2015: el año nuevo chino. Y no cualquier año, no: el año de la cabra de madera: el 4713. Un año, según los expertos, «de obstáculos y extremos para cagarse la perra (cabra)». Pa’bernos matao.
En la peor mesa del restaurante lleno hasta la bandera de parejitas cogidas de la mano, reflexioné sobre todos los condicionamientos sociales que dominan nuestras vidas. Muchos se burlan del Día de los Enamorados o del Día Internacional del Beso que se celebra el 13 de marzo por personas a las que, presupongo, el número 13 no les da grimilla. Esa gente es ridícula, ¿verdad? Puede, ellos y nosotros. Todos los somos. ¿Qué es “50 sombras de Grey” sino un cuento de hadas con sexo? Durante siglos funcionó el convencernos de que la felicidad era comer perdices cargadas de niños en el castillo del príncipe azul. Pero ahora no necesitan princesas, sino mano de obra que encaje en el engranaje. Mano de obra satisfecha que se corra y además ayude al príncipe azul a llegar a final de mes con una sonrisa en los labios. Y el príncipe azul es la bestia del cuento, el oscuro en apariencia pero de noble corazón que, aunque tenga todas las características de un maltratador, cambiará si tragas y aguantas, seguro. Y la bella es el patito feo, la mujer del montón que se transformará en cisne gracias a la bestia dadora de orgasmos. Estereotipos. Estereotipos creados por la sociedad, modelos a seguir para cumplir ideales y asegurarse un lugar entre los demás. Estereotipos que te dicen cómo ser, besar, follar y amar.
Y cuándo.
Paja Mental de Brenda B. Lennox
“Thinking Out Loud“– Ed Sheeran