
Una epidemia silenciosa
El Síndrome de Excitación Genital Persistente
El Síndrome de Excitación Genital Persistente, o Síndrome de Excitación Sexual Persistente como se le denominó en un principio, es una extraña disfunción sexual.
La Dr. Sandra Leiblum de la Universidad Robert Wood en Nueva Jersey, fue la primera en nombrarlo como Síndrome de Excitación Sexual Persistente, tras analizar los síntomas comunes en los pacientes que trataba. Fue descrito en 2001 por las investigadoras Sandra Leiblum y Sharon Nathan como una «sensación de excitación genital sin un desencadenante sexual previo, que persiste durante períodos prolongados de tiempo, y no desaparece a pesar de tener uno o varios orgasmos». Por desgracia, el hecho de incluir la palabra Sexual hizo que algunos medios tergiversaran sus entrevistas y relacionaran el síndrome con excitación sexual y orgasmos, algo que no tiene por qué darse.
El Síndrome de la Excitación Genital Persistente no tiene nada que ver con la hipersexualidad o ninfomanía ni con la multiorgasmia, a pesar de que algunos sigan asociándolos. Ese fue el motivo por el que la Dr. Sandra Leiblum le cambió el nombre por TEGP (Trastorno de Excitación Genital Persistente) y le dio una nueva definición en 2003 como «excitación genital espontánea intrusiva y no deseada en ausencia de interés sexual y deseo» y fue catalogado como disfunción sexual en la II Consulta Internacional sobre Medicina Sexual, en París. Los especialistas en este trastorno lo denominan de este modo, incluyendo al eminente Dr. Barry Komasurik ex colega de Sandra Leiblum.
Síntomas
Los que sufren esta enfermedad suelen experimentar una sensación de hormigueo en los genitales que aumenta hasta el punto de necesitar un desahogo a través de un orgasmo que no siempre lo calma.
Los síntomas incluyen inflamación del clítoris, la vulva, el punto G, el útero, el cuello uterino, uretra y vejiga, así como dolores en el clítoris, zona de la pelvis, la vejiga, la uretra, las articulaciones y estómago. Muchas mujeres experimentan a la vez vaginismo, vulvodinia (dolor vulvar crónico), incontinencia de la vejiga y fatiga suprarrenal.
Otras condiciones médicas que pueden presentarse son el síndrome de las piernas inquietas; rigidez en la parte baja de la espalda, las caderas y los músculos pélvicos; dolores de cabeza, mareos, vértigo, frecuente urgencia para orinar, pérdida de líquido vaginal, semen / fuga de líquido preseminal, orgasmos espontáneos, fatiga, agotamiento, y calambres.
La ansiedad, la depresión y las tendencias suicidas afectan a la mayoría de los pacientes, debido a que tienen que enfrentarse a un síndrome poco estudiado que, además, afecta su vida diaria. Es algo que se entromete en la vida de la persona impidiéndole controlar la situación. El hecho de percibirse como algo intrusivo, ajeno al propio deseo y por lo tanto negativo puede reforzar e intensificar la respuesta. Cuanto más se lucha contra él, más afecta. Ese es el motivo por el que la culpa suele inherente al síndrome, en la mayoría de los casos.
Causas
No se conocen las causas, pero las investigaciones apuntan a un amplio abanico de posibilidades: factores neurológicos, vasculares, hormonales o por efectos secundarios de medicamentos: una irregularidad en los nervios sensoriales sufrido por mujeres que estén atravesando la menopausia o siguiendo tratamientos hormonales; una malformación arterial-venosa pélvica con las ramas arteriales al pene o al clítoris; tensión muscular en la parte baja de la espalda, caderas y región pélvica externa que podrían constreñir el flujo sanguíneo y la presión sobre las terminaciones nerviosas; un neurotransmisor que ha fallado en el cerebro o que se ve afectado por determinados medicamentos.
Algunos profesionales apuntan a un quiste, fibroma, tumor, cáncer o cualquier excrecencia de la inflamación de la uretra, el clítoris, la vagina, el cuello uterino y el útero. Según algunos especialistas en medicina natural, un posible motivo puede ser un exceso de prostaglandina E2 que estimule directamente estas áreas, lo que conduciría a la excitación sexual.
Esta teoría es, sin embargo, refutada por Jeannie Allen, fundadora del grupo de ayuda para personas que sufren este síndrome, más relevante de la actualidad, puesto que la excitación sexual no acompaña siempre a este trastorno.
Afectados
Recientemente, el caso de Dale Decker, un estadounidense de 37 años que sufre el Síndrome de la Excitación Genital Persistente llamó la atención de los medios y puso en duda un tópico que se repetía hasta la saciedad: afecta sólo a las mujeres.
Decker desarrolló esta disfunción en el 2012, cuando una caída le desplazó una vértebra. En una entrevista realizada por Bancroft TV, confiesa que puede llegar a tener unos cien orgasmos al día, sea donde sea.
«Imagínatelo: es el funeral de tu padre y estás arrodillado junto a su ataúd, despidiéndote para siempre de él. De repente, tienes nueve orgasmos. Justo ahí, cuando toda tu familia está de pie detrás de ti».
No es agradable, es traumático, no le reporta placer alguno. ¿Es un orgasmo o es una eyaculación?. Como hemos visto anteriormente, no son lo mismo.
Decker no es un caso aislado, el grupo de terapia de Jeannie Allen cuenta con más de 600 miembros, tanto hombres como mujeres, aunque sean mayoritariamente femeninos.
Francisca Molero, vicepresidenta de la Federación Española de Asociaciones de Sexología y autora de la ponencia El Síndrome de la Excitación Sexual Persistente (PSAS) o Trastorno de la Excitación Genital Persistente (TEGP) declaró en una entrevista telefónica a BBC Mundo «No conozco ningún caso documentado del trastorno en hombres. Aunque esto no quiere decir que no les afecte también, ya que existe una gran laguna de conocimiento sobre la conexión entre el cerebro y la respuesta genital.»
Hasta el 2013 existían entre 400 y 500 casos documentados de pacientes en el mundo, pero está segura de que la incidencia real es mucho mayor.
En muchos casos, los ginecólogos han tratado pacientes con estos síntomas pero no han sabido identificar el síndrome; en otros, la vergüenza de los que la padecen, les impide confesarlo; en otros, el desconocimiento de la existencia del SEGP.
Soluciones
La norteamericana Jeannie Allen sufría este síndrome y ante la ausencia de información y apoyo fundó julio de 2006 PGAD Support, un grupo para que las mujeres que lo sufrían encontraran consuelo, información y un espacio para la discusión y el diálogo.
Su web http://www.psas-support.com/main/ ha evolucionado con los años y ofrece archivos con recursos y documentación relevante, y un foro en el que consultar las dudas. También ha extendido sus ramificaciones a Yahoo y Facebook, en los que existen grupos privados.
Allen se queja de la falta de información y, sobre todo, de la errónea que provoca confusión entre los que la padecen y tratamientos médicos ineficientes. Por ello, su cruzada incluye el concienciar a la sociedad y a la comunidad médica de la necesidad de investigar este síndrome al igual que en su día se investigó el priapismo masculino.
El tratamiento es complejo ya que, en primer lugar, habrá que determinar las causas concretas del problema. En algunos casos, el tratamiento quirúrgico será eficaz. En otros, un determinado medicamento, ejercicio físico, fisioterapia, acupuntura, reiki …
Inicialmente se puede anestesiar o enfriar el área y proporcionar alguna relajación a la musculatura del piso pélvico, pero luego será necesario tratamiento psicológico y terapia conductiva con medicación (psicofármacos ) prolongada.
Allen no duda en calificar al TEGP como una «epidemia silenciosa» debido a que muchos la sufren en silencio por desconocimiento, vergüenza o falta de apoyo social e institucional. Es necesario visibilizar esta situación y luchar contra el silencio impuesto para que todos los agentes sociales se involucren en la búsqueda de una solución.
“Booty” – Jennifer Lopez ft Iggy Azelea




2 comentarios
Yo lo estoy sufriendo y es Jordi le este transtorno. Me gustaría contactar con un grupo de apoyo.
Vaya síndrome tan desagradable y sin soluciones claras,sin duda lo más triste.