
“Primavera, Primavera, que la sangre alteras, que produces las rosas, o flores primorosas”. ¿No le suena a nadie este poema?. Llevo todo el día intentando recordar cómo continuaba. Será que me he levantado así, como alterada. No sé cómo será el tiempo en el lugar desde el que me leéis, pero en el que se encuentra la que os escribe es Primavera desde principios de marzo y, la verdad, una servidora lo nota.
Tanta flor brotando por las esquinas, tanto palomo cortejando a las palomas, tanto capullo exhibiéndose en los jardines con camisetas ajustadas me han llevado a un estado animal que me ha hecho replantearme seriamente si no es hora de coger ramitas para construir un nido.
No me malinterpretéis, no es que sienta la llamada de la maternidad, pero soy de las que defienden a capa y espada las teorías que consideran que muchas de nuestras reacciones provienen de nuestra naturaleza animal. Y, como todo el mundo sabe, los animalitos se acicalan en Primavera con el único fin de aparearse y tener descendencia: se frotan contra los troncos de los árboles marcando territorio, las vulvas de las hembras se inflaman para demostrar que están en celo y los machos inician la danza del cortejo sacando pecho y exhibiendo cola. Por lo tanto, si los animalitos se revolucionan porque desean tener crías, quizá le ocurra lo mismo al ser humano.
Convencida de la irrefutabilidad de mi teoría, fui al supermercado armada con una calculadora y una lista de la compra. Tras sumar el precio de los pañales, la leche en polvo, los potitos y el sonajero me di cuenta, con desamparo, de que ni mi nómina ni mi supuesto deseo de ser madre daban para tanto. Entonces recordé un documental en el que decían que hay muchos animalitos que se aparean por el simple placer del jolgorio y el regocijo, y respiré aliviada: quizá fuera eso, después de todo.
Una cuestión de química
De todos modos, una pregunta seguía flotando en el aire cargado de polen: si el ser humano puede hacerlo cuando quiera, ¿por qué siente unas ganas de follar tan intensas en Primavera? (me ha salido con rima y todo, hoy me he levantado poética). Y la Gran Enciclopedia Familiar me contestó con su sabiduría: porque el hombre es un animal racional: el deseo en Primavera es una respuesta cerebral al incremento de luz solar. Así que era eso, mira tú por dónde: todo es una cuestión de cerebro.
Los rayos ultravioletas son los responsables de la producción de una alta cantidad de vitamina D3 (los otros responsables son la ingesta de alimentos como leche y huevos… yo no digo nada) y según un estudio de la Universidad Médica de Graz (Austria) los que tienen altas cantidades de Vitamina D en el organismo también tienen un mayor nivel de testosterona en la sangre. Y la testosterona es la responsable directa de la libido. ¿Y qué es la testosterona?. Una hormona sexual.
Las hormonas sexuales son agentes químicos secretados por las gónadas (testículos y ovarios) y las glándulas suprarrenales. La corriente sanguínea las transporta al cerebro donde son recibidas por receptores específicos que influyen en el impulso sexual.
Los andrógenos, presentes en el hombre y la mujer, juegan un papel muy importante en todo el asunto: la testosterona es uno de ellos. Es la hormona sexual del hombre (aunque la mujer la segrega en los ovarios, pero en menor cantidad). Causa, entre otras cosas, los pensamientos sexuales, el incremento de la libido, el olor corporal para excitar al otro y la erección.
A su vez, las neuronas se comunican mediante sustancias llamadas neurotransmisores. La dopamina es la responsable de la motivación, imprescindible para el deseo sexual ya que produce euforia y ganas de emprender cosas y la serotonina también afecta pero para inhibir el deseo ya que cuando está saciada éste disminuye. Bueno, pues todo esto se dispara por la acción del sol. En Primavera los días son más largos y no sólo hay más luz, sino que esta es más intensa: por eso las personas que viven en países más cálidos y con más luz solar tienen unos temperamentos más libidinosos y por eso estamos como estamos algunos por aquí.
El ouróboros del placer
Nuestro deseo es química, por lo tanto (entre otras cosas). La regulación hormonal sigue un interesante mecanismo de retroalimentación: el hipotálamo del cerebro estimula el lóbulo anterior de la hipófisis para que segregue en la mujer la prolactina, las LH y la FSH, que ponen en funcionamiento el ovario, que a su vez producirá los estrógenos que influirán en el hipotálamo para que estimule el lóbulo anterior y… Un uróboros del placer que funciona de forma similar en el hombre pero con la testosterona.
Los andrógenos se incrementan tanto por el pensamiento como por estímulos externos. Ya hemos visto que el sol es uno de ellos. ¿Y los otros?.
La vista contribuye a que aumente la producción de andrógenos una cosa mala, sobre todo en los hombres; ocurre cuando ven una película pornográfica, un cuerpo desnudo o vestido con un conjunto seductor. Y no hace falta que diga que con el calorcito la ropa va sobrando y cada vez se exponen más centímetros de carne.
A la vista le sigue su gran amigo el olfato, al que las feromonas le ponen muy malo. Las feromonas: esas sustancias olorosas secretadas por las glándulas exocrinas que segregamos cuando estamos excitados para alertar al otro y excitarle a su vez.
La cosa va así: te pones, liberas feromonas, éstas se dispersan por el aire, llegan al otro al que tocan sutilmente en el hombro, éste se gira y percibe a su alrededor y al tuyo una nube de deseo que te señala como un letrero luminoso.
Los hombres suelen liberarlas ante un estímulo visual: ven un escote y liberan exaltolida, un almizcle natural similar al que sudan los verracos para atraer a las hembras y nosotras respondemos como cerdas (sin ánimo de ofender) elevando pecho, endureciendo pezones, marcando culo, metiendo tripa y liberando a nuestra vez feromonas femeninas.
Ellos se alteran liberando más exaltolida y… en fin: un círculo vicioso.
Nada de lo que preocuparse
“esto se arregla dejándose arrastrar por la serpiente“
“Que bonito” – Rosario Flores
2 comentarios
Me encanta sentir todo tipo de alteraciones sexuales con la llegada de la primavera, BIENVENIDA !!
Que bueno el reportaje !! somos animales en potencia seguimos asilvestrados por las leyes hormonales de la naturaleza.