
Una caja de memoria para revivir la pasión
21 gramos es lo que pesa el alma humana. Concretamente 21,26. Eso es lo que afirmó en 1901 el físico estadounidense Duncan MacDougall tras pesar a seis ancianos mientras agonizaban en un asilo sobre una cama que era, en realidad, una balanza industrial: «el paciente expiró y, de golpe y coincidiendo con la muerte, el final de astil bajó y golpeó de forma audible la barra limitante inferior y permaneció allí sin rebotar.
La pérdida de peso se estableció en 21,26 gramos». Como era natural, la comunidad científica no tardó en echársele encima: si no creen que existe el alma, ¿como van a creer que se puede pesar?
Exista o no exista, lo que nadie puede discutir es que la partida de un ser querido deja un hueco en el pecho. «Y en la cama», pensó Mark Sturkenboom quien, ni corto ni perezoso diseñó un macabro objeto al que ha llamado como el peso del alma: 21 gramos.
Una caja/urna en la que poder conservar la esencia del ser amado, su perfume y su música favorita. ¿Que se desea revivir de nuevo la intensidad del primer beso? ¿La pasión con la que se hacía el amor?.
Nada más sencillo que disfrutar de sexo con un vibrador en cuyo interior se conservarán 21 gramos de las cenizas del difunto, moviéndolo al ritmo de sus canciones favoritas que sonarán en el iPhone que va integrado en la caja mientras aspira unas leves gotas de su perfume.
Nadie sabrá nada de esa pasión revivida noche tras noche, la caja tiene un diseño discreto y funcional y se cierra con una llave que la viuda (o viudo) podrá llevar al cuello.
El paso inevitable de la vida
Este invento que haría las delicias del más perverso de los necrofílicos es, en realidad, una obra de arte. Mark Sturkenboom es un artista que se formó en Artez Academy for the Arts in Arnhem/Netherlands. Desde 2012 trabaja como diseñador conceptual de productos que buscan extender los límites entre la función habitual de éstos y su concepto como objetos.
«Mi objetivo no radica en la apariencia de las cosas, sino en lo que yo llamo las capas más profundas en la relación entre un objeto y su propietario. Trato de crear asociaciones y estimular nuestro pensamiento sobre lo que cuenta para nosotros en nuestras vidas . Examino productos y les libero del uso que se les da convencionalmente». Con esta caja de memoria no sólo pretende tentar a la persona para que reviva una noche de pasión con su amor difunto, sino hacer reflexionar sobre el paso inevitable de la vida.
Sturkenboom realiza una serie de reinterpretaciones de los objetos que, a menudo, se entrelazan con temas como el amor y el tiempo. Su intención es que la persona que lo adquiera no lo haga sólo por ser funcional o bonito, sino que sea consciente de lo que simbolizan, de las ataduras que creamos con determinados objetos, de la necesidad de aferrarse al pasado y la posibilidad de destruir esos objetos para liberarse de las posesiones.
Como diría Cortázar «Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa».